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Pase al hueco

Eloy Méndez

La opinión tras el Zaragoza-Sporting: Hemorragia frenada

La importancia psicológica del punto y la escasez de cambios

El Sporting demostró ayer en Zaragoza que sigue siendo un organismo vivo tras su estado comatoso en el derbi, pero aún se encuentra lejos de su versión vallecana, aquella que maravilló en una primaveral noche no hace tanto tiempo gracias a la fórmula consistencia defensiva/abnegación. El once presuntamente llamado a días de gloria, con el permiso de Pedro Díaz, saltó al campo para tratar de asfaltar un bache que se estaba haciendo demasiado largo, tanto por juego como por resultados. El empate tiene por eso un significado que trasciende el punto. Supone una necesaria inflexión, el fin de una sucesión de derrotas. En algún momento había que cortar la hemorragia, y los de David Gallego han dado un paso para la sutura. Por algo se empieza.

El regreso al doble pivote de Javi Fuego y Gragera dejó claro que la máquina no carbura sin el sierense y que el gijonés anda sin ritmo o, peor aún, con el ritmo cambiado. Sus dudas y su mala ubicación en varias jugadas de ataque rival estuvieron cerca de costar un disgusto colectivo. Por delante, Nacho Méndez celebró el Día del Libro con una estupenda lectura del partido, y Manu García, sin excusas en la mediapunta, apenas escribió un par de renglones dignos de ser tenidos en cuenta.

Al entrenador cabe preguntarle por qué Borja López volvió al centro de la defensa (bienvenido sea) y por qué solo hizo dos cambios en un duelo de la recta final de la temporada y con un equipo que físicamente no está para derroches. Quizás escribió el guion pensando en el filial.

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