La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

José Luis Salinas

Patadón a la Ería

José Luis Salinas

Jugar al futbol con la mente

Sobre los problemas de ansiedad del Oviedo y su debilidad en el Carlos Tartiere

Al Oviedo le cuesta horrores jugar a eso que llaman fútbol. No se alarmen, que no les descubro nada. Pueden revisar los partidos de esta temporada (derbis y algún ratillo aislado, como la segunda parte frente al Almería, a un lado) que estimen oportuno y comprobarlo por ustedes mismos. Todos pensábamos que era un problema táctico, de falta de calidad o de que a los cuquinos no les llega con lo que dan en el campo. Pues resulta que no. Que ahora, en esta recta final de la temporada en la que se decide en qué posición queda cada equipo, el problema es mental. Que les puede la ansiedad. No me invento nada, lo dijo de forma velada (eso sí) el propio Ziganda esta semana al referirse a lo débil que es el equipo en su casa. Donde supuestamente debería tener un fortín. Es, además, el mismo escenario en el que tendrá lugar la final entre Oviedo y Sabadell. Una final, que, dicho sea de paso, como no seas de ninguno de los dos equipos, es un poco sosita.

El caso es que la excusa suena a añeja. No es la primera vez que la sufrida, paciente, tolerante, estoica, resignada, impasible y –solo en ocasiones– un poco parsimoniosa afición del Oviedo la hemos oído. Aunque esta temporada es novedad. El problema es que en otras campañas –antes del dichoso virus– los culpables éramos nosotros mismos. Los que cada domingo ocupábamos –que recuerdos– las incómodas y frías tribunas y también los fondos del hormigonado Carlos Tartiere. Les metíamos demasiada presión a unos jugadores que intentaban convencernos de que nosotros éramos parte del problema. Un argumento tan frágil como embustero. Pero tragábamos. Había una parte del campo que intentaba convencer a la otra de que lo de pitar era un error. Y había veces que colaba. Hasta que había algún error grosero, claro. Todo fuera por poder sufrir cada quince días allí atechadinos viendo como los profesionales lo daban todo. Bueno, atechadinos solo los que nos sentábamos por encima del anillo azul, que esa es otra. A lo que vamos. Ahora Ziganda no tiene coartada. El Tartiere está, desgraciadamente, vacío. Nadie les mete presión, nadie les pita, nadie les abuchea, nadie les echa nada en cara... Pero el equipo sigue teniendo los mismos problemas de ansiedad de siempre. La misma debilidad. El Cuco dice que hay que controlar “lo metal”, quizás porque no sepa que eso también se entrena. Así que a otros con esa excusa. Porque, ¿y si el problema no es metal?

Compartir el artículo

stats