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Alberto Menéndez

Fin a la sosería en el Tartiere

El Oviedo cierra la Liga en casa como la empezó: sin gracia y con un juego previsible

No podía ser de otra manera. El Oviedo acabó su periplo por la actual Liga en el Carlos Tartiere como lo vino haciendo durante toda la temporada: sin gracia y sin viveza, y con un juego excesivamente previsible.

Se puso así fin a la sosería en que se convirtieron los partidos de los azules en su campo en los últimos nueve meses, aunque en esta ocasión el equipo carbayón acudió a la cita liguera semanal muy tocado anímicamente tras el fallecimiento de su hasta ahora director deportivo Francesc Arnau. Una situación que claro que se tenía que notar sobre el césped. Una pena que los oviedistas no le pudieran dedicar una victoria ante el Mirandés, un combinado que como el asturiano no se jugaba nada importante.

El de ayer era un encuentro especial y como tal debe ser analizado. En todo caso no se diferenció en mucho de lo que ha sido habitual en el Tartiere a lo largo de la decepcionante temporada del Oviedo, en la que los del Cuco Ziganda nunca lograron situarse en los puestos de arriba de la clasificación. Más bien lo contrario, siempre merodeando por la parte baja de la tabla, logrando la salvación matemática muy recientemente, hace solo tres jornadas.

Aparentemente, el Oviedo tenía plantilla para haber luchado por algo más que la permanencia. Es verdad que contra los equipos más potentes, aquellos que juegan pero también dejan jugar, y sobre todo fuera del Tartiere, los azules tuvieron buenas actuaciones. Sin embargo, en los enfrentamientos más cerrados, en los que la fuerza manda sobre la técnica y la defensa sobre el ataque, con pocos espacios para el lucimiento de nadie, los oviedistas quedaron en la mayoría de las ocasiones a medio camino, sin encontrar las vías adecuadas para acabar con la cerrazón de los rivales.

Si los rectores del Oviedo quieren realmente que el equipo dispute los puestos de privilegio que dan opción a luchar por el ascenso a Primera deben dar un giro a la política de fichajes de los últimos años. Es evidente (y se vio una vez más esta temporada) que para ser competitivo realmente en la división de plata del fútbol español es necesario invertir en jugadores de calidad. Quizás no sea necesaria una revolución total, pero al menos se necesita un líder reconocido por línea. Y en el ataque, un goleador más o menos contrastado. Y no estaría de más aprovechar también a la gente joven de la cantera. Los últimos en tener oportunidades respondieron adecuadamente en la mayoría de las ocasiones.

El Oviedo debe encontrar pronto recambio para la secretaría técnica. En la actual plantilla se van a producir muchas bajas. En principio, cedidos como Edgar, Nahuel, Blanco Leschuk o Brazão no van a continuar. Y algún veterano como Carlos Hernández o Borja Valle puede que tampoco. Y la situación se complicará aún más si también se va el Cuco Ziganda.

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