La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

serrano

Qué sorpresa…

El coste para la imagen del Oviedo después de cambiar del no al sí a CVC en 17 días

El 12 de agosto, el Oviedo votó “no” al fondo CVC porque no le gustaban las formas ni estaba de acuerdo con el reparto. 17 días después, ni cambiaron las formas ni los criterios de reparto. Suficiente para que el Oviedo cambiara su voto y dijera “sí”.

“Qué sorpresa”, wasapeaba ayer, con retorcida ironía, el directivo de un club histórico presente en la reunión. “Nada nuevo”, apuntaba un presidente: “El Oviedo se ha vuelto un club complejo”.

Después de un concienzudo análisis de 17 días, el Oviedo acepta la pasta por las mismas razones por las que aceptó el resto de clubes: inyección inmediata de dinero para modernizar a medio-largo plazo el club y para tener a corto algo más de margen (poco más) en el límite salarial.

Más allá de argumentos emocionales, es difícil cuestionar que el club azul acepte el dinero cuando el resto de competidores lo hace. El Oviedo no es el Barça ni el Madrid, tampoco el Athletic, y por mucho colchón que represente Carso no se puede quedar atrás. LaLiga impone un carril y sus normas son rígidas. O las tomas o las tomas. Bien lo sabe la propiedad, incapaz todos estos años de ablandar a Tebas y abrir una rendija para hacer inyecciones con patrocinios de aquí y de allí. Tebas ha encontrado en la pandemia la excusa perfecta para abrir la mano con los clubes más gastizos, que son mayoría. Ha sido su única e injusta excepción. Un claro agravio para una minoría que, como el Oviedo, es desde hace años económicamente intachable.

La patronal impone un carril y salirte de él es pegarte un tiro en el pie. Puedes hacer que te sales y después no salirte, como tantas veces ha hecho el Oviedo, por ejemplo el día que hizo creer que había votado en contra de la subida salarial a Tebas y, al poco tiempo, después del pertinente aplauso de buena parte de sus crédulos aficionados, resultó que no, que no había sido un “no” sino una “no asistencia” a la votación.

Ese doble juego, esa peligrosa ambigüedad permanente del club frente a LaLiga en busca de contentar a su gente, como si las medias tintas sirvieran de algo, le ha acabado por explotar con una decisión que amenaza con perseguirle. No tanto por el hecho en sí de aceptar un dinero que le permite no descolgarse del pelotón, y que, no obstante, haría bien el club en explicar con detalles y números, sino por un proceso de decisión horriblemente gestionado que ha dejado muy tocada la imagen del club a ojos de toda España.

En distintos círculos del fútbol se preguntan cómo puede ser que el Oviedo votara en contra sin exponer en la asamblea sus razones. O cómo puede ser que, si estaba de acuerdo con el concepto general pero le faltaba un estudio más en profundidad, no se hubiera decantado por la abstención, de fácil justificación, para ganar tiempo. El “no” le situó en un vagón hacia una guerra que no le correspondía junto a Barça y Madrid, con todo el foco que ello supone, y ahora el “sí” le retrata, desnudando esa insoportable hibridez marca de la casa que le ha acabado por situar en el paredón frente a parte de sus propios aficionados.

Ese “no” pero “sí” cabrea a todos. Internamente, muchos oviedistas se sienten decepcionados y traicionados. Y externamente, a ojos de clubes y otras aficiones, el Oviedo ha quedado como el ‘hazmerreír’ por la gestión de un asunto que ha ensuciado su reputación.

Compartir el artículo

stats