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Eloy Méndez

Pase al hueco

Eloy Méndez

La opinión sobre la temporada del Sporting: Que no se repita

El final de esta temporada aciaga debe ser para el Sporting, como institución, el principio de una profunda reflexión que abarque todos los apartados de la gestión deportiva. Nada, salvo el tardío fichaje de Abelardo cuando el agua ya había llegado al cuello, ha estado a la altura

Aficionados del Sporting en Fuelabrada JESUS ALVAREZ ORIHUELA

El final de esta temporada aciaga debe ser para el Sporting, como institución, el principio de una profunda reflexión que abarque todos los apartados de la gestión deportiva. Nada, salvo el tardío fichaje de Abelardo cuando el agua ya había llegado al cuello, ha estado a la altura. Que uno de los nueve clubes españoles que nunca han caído por debajo de Segunda amarre la permanencia en la categoría de plata a falta de una jornada es un agravio a la propia historia, a la afición y a la ciudad que representa, a la que por cierto le debe la vida desde hace dos décadas por transfusión económica. La salvación se ha logrado in extremis esta vez, pero si no se acometen cambios en profundidad, la defunción llegará, más pronto que tarde.

Basta con hacer un repaso a los fichajes de esta campaña para calibrar el desastre. En verano llegaron Fran Villalba, jugador talentoso que se borró a mitad de competición por cuestiones extrafutbolísticas; Cuéllar, uno de los dos protagonistas de la evidente crisis en la portería; Berrocal, el defensa que ha ocasionado una mayor pérdida de puntos por errores; Puma Rodríguez, tan solo entregado en la recta final; y Christian Rivera, el único que ha cuajado actuaciones realmente dignas, pero a ratos. Del mercado de invierno, mejor no hablar: Calavera, Jony y Eric Ramírez son probablemente la remesa de incorporaciones más ruinosa en tiempo (el venezolano ni siquiera tiene el nivel de un futbolista profesional). Si a eso se suma que la llegada de Martí al banquillo logró hacer bueno a Gallego, queda todo dicho.

Pero no solo ha fallado la capacidad para hacer incorporaciones. La degradación se ha observado también en bochornosos enfrentamientos internos y en tristes imágenes de jugadores superados por las circunstancias sobre el campo. En la cantera, se ha vivido un año entre marrón y oscuro después de la extravagante decisión tomada en pandemia sobre los entrenamientos en Mareo (valga como ejemplo que, por primera vez en 38 años, el filial no podrá competir por ser el mejor de Asturias). Y se ha logrado desconectar a una afición que ha vuelto a ser (ahí están los números de asistencia) de las mejores del país.

Los cambios deben empezar ya, aunque no será fácil porque nada menos que 17 miembros del primer equipo tienen contrato, fruto de la política de renovaciones al por mayor llevada a cabo en los últimos años. El sportinguismo no se merece otro oprobio así. De nada sirve apelar a la gestión económica si el balón luego no entra. Un club de fútbol sin victorias es como hacer una tortilla sin huevos.

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