Oviedo, Javier CUARTAS

La propuesta que Cajastur planteó el jueves sobre el futuro de la sociedad agraria de transformación (SAT) Central Lechera Asturiana (Clas) y su participada, la sociedad anónima Capsa, supone abrir en el debate interno del grupo una vía alternativa al proyecto que lideran el presidente de Clas, Bertino Velasco, y el ejecutivo de este conglomerado lácteo, Pedro Astals, y al que se opone el sector crítico de Central Lechera.

Aunque Cajastur, socio de Clas (posee 100 participaciones) y tercer accionista de Capsa (controla el 10,9 por ciento), afirma su «neutralidad» sobre el proceso abierto en el seno de Central Lechera, la oferta que acaba de hacer a Clas para llegar a un posible pacto de accionistas entraña, de hecho, una propuesta diferenciada a la que encabezan Velasco y Astals.

La propuesta de Cajastur («un acuerdo de gestión con la SAT, que permita a la Caja contribuir de manera activa al fortalecimiento de Capsa» y «mediante el cual ambas compartirían las principales decisiones en relación con Capsa») plantea un escenario nuevo porque la entidad financiera, presidida por Manuel Menéndez, se ofrece a coliderar con los ganaderos el futuro de Capsa con independencia de que la asamblea de Clas acepte o rechace, el 6 de junio, su transformación en una sociedad limitada. Cajastur aseguró el sábado que la oferta a Clas y sus «cooperativistas» «no está condicionada a ningún proceso interno en dicha cooperativa», por lo que la entidad financiera mantendrá su oferta de compra de participaciones a los socios de Clas que quieran darse de baja tanto si ésta sigue siendo una SAT como si optara por transferir su patrimonio a una SL.

La propuesta de Cajastur sólo condiciona su oferta, «abierta a todos los socios» para «adquirir las participaciones de aquéllos (...) que no quieran continuar en la sociedad», a que Clas alcance el citado «pacto de gestión» con la caja asturiana. Cajastur se compromete a adquirir tales participaciones de acuerdo con una «valoración razonable», «determinada por métodos comúnmente aceptados» y «revisada anualmente una vez que se auditen las cuentas». Esta oferta de compra estaría vigente mientras Cajastur y Clas «sean accionistas de Capsa»

Con ello, Cajastur y Caja Rural de Asturias, que también se brinda a la compra de títulos o a financiarla, abren una alternativa diferente a la que postula el plan que lidera Bertino Velasco para encauzar aquellos aspectos societarios que la presidencia de Clas alega para justificar la transformación de Central Lechera al considerarlos incompatibles jurídicamente con una SAT: la actual presencia de socios pasivos (sin actividad) -y en número, además, muy superior al de los activos- y el criterio de liquidación de los partícipes que desean causar baja (Clas recompra sus participaciones a valor contable y no a valor real). Ambos aspectos, aunque son acordes con los estatutos de Central Lechera, resultan de «dudosa» legalidad, según el informe que hicieron Álvaro Cuervo y Pedro de Silva por encargo de la sociedad.

En el caso de que la asamblea de Clas optara el 6 de junio por mantener la actual SAT, la propuesta de Cajastur podría solventar, en principio, o paliar esas dos objeciones. Aunque, según los estatutos de Clas, los pasivos sólo pueden vender sus participaciones a la propia SAT, el artículo 21.3 admite que la junta rectora «podrá acordar que la baja tenga lugar (...) por transmisión de las participaciones en capital a otro u otro socios o a otro u otros terceros que reúnan las condiciones para ingresar como socio». Por lo tanto, y dado que Cajastur es socio fundacional de Clas, la fórmula podría ser factible. Sin embargo, de acometer su plan de compra de participaciones siendo Clas una SAT, Cajastur no podrá superar el 5 por ciento del capital de Central Lechera (artículo 10). Por lo tanto, para poder llevar adelante su plan y cumplir su promesa de tratar por igual a todos los socios que pudieran querer vender, deberían arbitrarse soluciones que resuelvan este escollo limitativo de los estatutos.

Cajastur trata de preservar que Clas, de transformarse en una SL, no sea objeto de un eventual control por grupos empresariales que, sólo con dominar el 51 por ciento de la sociedad limitada, se harían, de facto, con la hegemonía en Capsa, dado que basta el 51 por ciento de Clas para garantizar el dominio pleno sobre la marca y sobre la mayoría de control del grupo, ambos hoy en poder de Clas. Pero Cajastur, que tiene el 10,9 por ciento de Capsa, no sólo no quiere verse marginada como accionista en un proceso de concentración del sector o por una eventual compra de la futura SL por un grupo ajeno, sino que, además, aspira a codirigir el grupo lácteo asturiano y su relanzamiento.

Esto mismo ya ocurrió en 2004, cuando Cajastur compró el 5 por ciento de Ebro Puleva justo cuando Capsa abogaba por adquirir o fusionarse con Puleva. Posteriormente, en 2006, Cajastur salió de Puleva con plusvalías.

Caja Rural de Asturias, también socio de Clas y titular del 5 por ciento de Capsa, reiteró el viernes que «no es su función presentar propuestas de solución para problemas que conciernen a otras entidades», pero matizó que su presidente, Román Suárez Blanco, defiende que el «grupo debería estar integrado por una cooperativa que asociara a activos y excedentes y de cuyo patrimonio formasen parte el nombre comercial y el paquete de acciones de Capsa».