Oviedo, M. M.

Oviedo, M. MARTÍNEZ

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l Aceralia y Arcelor. Cuando se constituyó CSI no se pensaba en la internacionalización de la compañía. Más bien al contrario. La cúpula se centró en la consolidación nacional, aunque la idea extendida era que se había «troceado» para venderla mejor.

Y entonces saltó la sorpresa. En diciembre de 1996, el presidente, García Hermoso, anunció la privatización de la compañía en tres fases: una alianza estratégica con un socio tecnológico-industrial; selección de otros socios industriales y, por último, una oferta pública de acciones (OPV), que supondría la salida de la compañía a Bolsa.

Para la selección del socio tecnológico se invitó a seis siderurgias europeas: Arbed, Usinor, British Steel, Ilva, Thyssen Krupp y Hoogovens, además de a la americana US Steel.

Gobernaba entonces el PP, con José María Aznar en la Presidencia y el asturiano Francisco Álvarez-Cascos como vicepresidente primero.

«Corrió la leyenda de que los franceses habían dicho a todo el mundo que no se presentasen porque ya estaba elegida Usinor. Arbed no lo creyó y siguió delante», relata un ex directivo de la empresa. Los luxemburgueses presentaron un plan industrial en el que mejoraban considerablemente la oferta gala, ofreciendo un intercambio de acciones, manteniendo empleo y con inversiones.

Pero cuentan en los pasillos de la siderúrgica que hubo un aspecto significativo que inclinó la balanza. «Usinor quería imponer su modelo y dividir la compañía, mientras que Arbed habló de un modelo integral con una red comercial a nivel mundial y respetando al equipo gestor español». En 1997 se firma el acuerdo para la alianza entre CSI y Arbed. Nace Aceralia. Aristrain y Gonvarri entran en la compañía que sale a Bolsa el 10 de diciembre de ese mismo año.

Tras dos duras reconversiones, que costaron dos billones de pesetas a las arcas públicas, Aceralia se convierte en un líder. Tanto, que Usinor quiso entrar en la compañía. El objetivo era formar un «campeón mundial». En 2001 nace Arcelor.

La organización y el aprovechamiento de sinergias de Arcelor permitió que la compañía se convirtiese en el número uno indiscutible del sector siderúrgico en el mundo. Su cotización en las bolsas europeas subía casi tan deprisa como su cuenta de resultados. Pero había problemas en las plantas asturianas, fundamentalmente en las instalaciones de Gijón, provocadas en gran medida por el mercado mundial.

Una de las máximas del consejo de administración, en el que estaban José Ramón Álvarez Rendueles, presidente de Aceralia, y Manuel Fernández, Lito, de UGT como representante de los trabajadores, era llegar a acuerdos consensuados. Eso ayudó, y mucho, a los españoles a la hora de defender las plantas asturianas. El Plan Arco, tan discutido en Asturias por suponer un cambio en el modelo laboral, logró en sólo dos años unos resultados excepcionales, que unido a la mejoría del mercado supuso salvar del cierre a las instalaciones gijonesas.

Arcelor era el segundo productor del mundo, por detrás de Mittal Steel, y campeón en calidad y prestigio. Pero tenía un enorme defecto: no se había blindado ante posibles opas, pese a tener un accionariado muy fragmentado. Ésa fue su perdición. A un alto ejecutivo se le preguntó si la cúpula no tenía miedo a una opa. A lo que respondió que «toda empresa que está en Bolsa es opable. ¿Pero quién va a tener tanto dinero?».

La respuesta la supo sólo unos días después: Lakshmi Mittal, multimillonario de origen indio afincado en Londres y dueño de Mittal Steel. El 27 de enero de 2006 anunció que lanzaría una opa sobre Arcelor por 18.600 millones de euros. La noticia conmocionó al mundo del acero y también al de las finanzas.

La guerra fue encarnizada. La cúpula de Arcelor reaccionó virulentamente e incluso con desprecio en algunas ocasiones. Famosa se hizo una de las frases pronunciada por el francés Guy Dollé, consejero delegado de Arcelor, para comparar una empresa y otra: «Mittal fabrica colonia y Arcelor perfume». El directivo galo veía «contra natura» una aleación entre el modelo europeo de empresa y el muy distinto que, según alegaba entonces Dollé, defendía el magnate angloindio.

Mitttal inició una ronda de visitas a los países donde Arcelor tenía centros de producción. Y vino a Asturias. Era abril de 2006. Impecable, con su eterna sonrisa, llegó a Oviedo para reunirse con el Presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, y presentarle su proyecto. A Mittal no se le olvidó aquel día. «Yo estuve en Asturias. Me gustó mucho su gente y me trataron muy bien, cuando en otros sitios casi me insultaban», contó a un grupo de periodistas españoles en un autobús en el aeropuerto de Luxemburgo. Una hora después se conocían los términos del acuerdo para la fusión.

Atrás quedaban meses de enfrentamiento en los que Arcelor llegó a buscarse un socio ruso, Alexei Mordasov, dueño y presidente de Severstal. Un caballero blanco que apareció de la mano de Guy Dollé y que provocó un rechazo inmediato y rotundo en el consejo de Arcelor y entre los accionistas.

Mittal había subido, sin éxito, su oferta en mayo. Y lo volvió a hacer en junio, aprovechando la entrada en escena de Mordasov. Valoró la compañía en 28.300 millones de euros, a 40,4 euros la acción; el doble de lo que costaba. Y aseguró el empleo, inversiones y el modelo Arcelor.

Nació ArcelorMittal. Joseph Kinsch, presidente del consejo de Arcelor dijo aquel 26 de julio de 2006: «Es obvio que ésta es una boda de compromiso, espero que desemboque en una de corazón». Y Mittal respondió: «Estábamos y estamos enamorados de la novia, confío en que este matrimonio dure años». Ya va a cumplir el segundo, y el gigante sigue creciendo.

Son muchas las personas cuyo papel fue relevante en la historia de la siderurgia asturiana, aunque quizás algunas han jugado un papel más crucial por el momento que les ha tocado vivir.

José Manuel García Hermoso. Pilotó la dura reconversión de los años 90, cuando se cerraron hornos altos y se redujo la plantilla. Las deudas de la siderurgia se elevaban a 350.000 millones de pesetas.

José Ramón Álvarez Rendueles. De su mano experta dependió en buena medida el éxito de Aceralia. El principal objetivo de su nombramiento era una misión difícil: privatizar el 52,76 por ciento de la empresa en Bolsa. Su papel fue clave desde entonces para los intereses de la siderurgia asturiana, al actuar siempre buscando el consenso para beneficiarla, como ocurrió con el Plan Arco. Aún sigue en el consejo de administración de Arcelor Mittal.

Guy Dollé. El consejero delegado de Arcelor, francés procedente de Usinor, fue la primera víctima del matrimonio con Mittal al irse por propia voluntad al producirse la fusión. Se opuso frontalmente a la opa y llegó incluso al exceso en algunas de sus afirmaciones contra el magnate angloindio. Dicen en la sede luxemburguesa de la compañía que nunca tuvo especial cariño por los españoles y que era firme defensor de cerrar las plantas gijonesas, lo que hubiera beneficiado a instalaciones francesas y belgas. Enfrente tenía al español Guillermo Ulacia y al luxemburgués Roland Junck, que unieron esfuerzos en el Plan Arco para evitar cierres en Asturias.

Josep Kinsch. Luxemburgués procedente de Arbed, jugó un papel fundamental como presidente de Arcelor, buscando acuerdos y consensos. Dejó el cargo el pasado mes de abril al llegarle la jubilación. Fue uno de los artífices de que se constituyera Arcelor y siempre tuvo una especial deferencia por lo español.

Lakshmi Mittal. Es el dueño, presidente y consejero delegado de Arcelor Mittal. Los que le conocen aseguran que lleva su empresa, implantada en más de 60 países y con más de 310.000 trabajadores en el mundo, «como si fuera una tienda. Todos los lunes hay que pasarle un informe con resultados y el resumen de la semana de todo». En Asturias ya se ejecutan inversiones en Gijón y en el centro de I+D+i de Avilés. Queda pendiente que firme la sustitución del horno alto B y la ampliación de la acería LD-III de Avilés.

Pero hay otras muchas personas importantes en la siderurgia asturiana. Los históricos: Acacio Rodríguez, y Mauro Lozano, que fueron responsables de CSI en Asturias, Carlos Avello, Ignacio López-Aranguren, Ángel Préstamo, Juan Estarellas, Manuel Martín Martín y Emilio Menéndez Castañeda. Sin olvidar a sindicalistas como Manuel Fernández, Lito, (UGT) e Ignacio Fernández, Toxo, (CC OO), quien acaba de sustituir a Lito en el consejo de administración de la multinacional siderúrgica.