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La situación laboral de los jóvenes asturianos

O parados o sobrecualificados

Las generaciones de asturianos que llegaron a la edad de trabajar durante la crisis tienen más dificultades para acceder a un empleo que las anteriores

Roberto Fernández Barrio, biólogo, trabajando en una pizzería de Gijón.

"Nos vendieron el sueño de que con una carrera el trabajo llamaría a nuestra puerta?". Roberto Fernández Barrio, gijonés de 24 años, despertó hace dos años, cuando acabó la carrera de Biología y se llevó el portazo laboral en las narices. Con el título aún caliente, se puso a buscar trabajo de lo que había estudiado en las principales empresas asturianas. Agua. Luego empezó a patear los polígonos de la región. Agua. Y después buscó fuera de Asturias. Agua. Estaba tocado, pero no hundido. Decidió extender su radio de búsqueda a cualquier tipo de empleo y por fin lo consiguió. Trabaja en Gijón, en una pizzería, en el turno de noche. A él, como a sus compañeros de clase en la universidad y a su generación, la que alcanzó la mayoría de edad con la crisis y es la mejor formada, le ha tocado la porción más pequeña del empleo y de los salarios.

"Los jóvenes han sido uno de los grupos más afectados por la crisis, puesto que han visto como su proceso de inserción en el mercado de trabajo se frenaba. Esto ha dado lugar a que las cohortes más jóvenes no estén alcanzado las tasas de empleo que las generaciones previas tenían a las mismas edades", apunta Begoña Cueto, profesora de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo, que ha centrado sus investigaciones en la evaluación de las políticas de empleo. Cueto señala que la cuestión capital es ver cómo afecta el bloqueo en la entrada al mercado laboral en la trayectoria profesional de esos jóvenes. "En el caso de los menos cualificados, puede suponer directamente su exclusión del mercado de trabajo. De hecho, lo que observamos es que las tasas de empleo de las personas con baja cualificación son cada vez más bajas y que, aún en momentos de recuperación económica, no llegan a alcanzar las tasas de ocupación anteriores a las crisis. Para los jóvenes con cualificación media o alta, se manifiesta en subempleo y sobrecualificación".

Ese último caso es el de Roberto Fernández Barrio, el biólogo que atiende tras la barra de una pizzería, y de muchos jóvenes como él. "Mis compañeros de clase, por lo que he podido saber, se encuentran en una situación parecida a la mía. Sólo conozco a uno que trabaja como biólogo en una farmacéutica. Muchos están en supermercados o en negocios familiares y otros, que se lo pueden permitir, siguen formándose", afirma Roberto Fernández, que en los últimos meses se ha enfrentado a una disyuntiva: centrar sus esfuerzos en intentar ascender en la cadena de pizzerías en la que trabaja o volcarse en la búsqueda de otros empleos acordes a su titulación.

"Es normal que al principio del proceso de inserción laboral haya momentos de sobrecualificación, pero deberían atenuarse con el tiempo. El problema en el caso español es que muchos universitarios desempeñan ocupaciones no acordes a su cualificación, incluso cuando dejan de ser jóvenes. El desajuste ocupacional tiene muchas razones. Una de ellas es que nuestro mercado de trabajo tiene un número de ocupaciones de alta cualificación bastante inferior al número de personas con un nivel educativo elevado", afirma la economista Begoña Cueto, que añade que "lógicamente, eso cambia mucho en función de la especialidad educativa". De todas formas, considera que la entrada en el mercado de trabajo "es positiva, aunque sea en ocupaciones no ajustadas al nivel educativo, siempre que esos trabajos puedan suponer un trampolín a aquellos empleos que sí son acordes a su cualificación. Lo preocupante en España es que la sobrecualificación no es una cuestión coyuntural que haya aparecido a raíz de la crisis, sino que es un hecho que ya parece estructural en nuestro mercado de trabajo, pues se viene observando desde hace tiempo y la crisis lo ha incrementado".

Begoña Cueto colabora como investigadora en el proyecto europeo Style-Research, liderado por la Universidad de Brighton, cuyo objetivo es obtener una comprensión global de las causas de la alta tasa de paro entre los jóvenes para testar la eficacia de las políticas de empleo. El equipo español del proyecto lo dirige María del Carmen González, profesora del departamento de Sociología de la Universidad de Oviedo. Ella destaca que "hay datos que apoyan el efecto positivo de la experiencia laboral, aunque haya sobrecualificación, y lo estamos viendo, por ejemplo, en la supervivencia del autoempleo".

Roberto Fernández, que aspira a trabajar como biólogo en el laboratorio de una empresa agroalimentaria o de tratamiento de aguas, reconoce que, tras la barra de la pizzería, muchas veces entra en una dinámica de pensamientos negativos sobre su situación laboral, del tipo: "llegaré a los treinta sin un trabajo de lo mío", "es imposible lograrlo, piden la experiencia que no tengo"?. La socióloga María del Carmen González apunta que la "frustración depende de las expectativas y experiencia del mercado laboral. Si se ve como una puerta a otros empleos, un estado temporal, la frustración es baja. Pero aumenta cuando se percibe estar atrapado en malos empleos alternados con periodos de desempleo".

La sobrecualificación va ligada en la mayoría de los casos a salarios bajos, lo que también puede ser un camino hacia la frustración. "Lo del salario hay que verlo también con perspectiva de futuro. Más formación implica más productividad y más productividad más salario. No debería ser un problema a largo plazo incluso teniendo en cuenta que hay barreras a que productividad y salario vayan totalmente de la mano para proteger el empleo y los sueldos de los padres de esos jóvenes, mucho menos cualificados", afirma la socióloga María del Carmen González, que destaca que "el problema de fondo es que no tenemos suficientes personas con cualificaciones medias, de Formación Profesional (FP), con lo que los graduados se están llevando esos puestos. No es un problema solo en España. Países como Dinamarca, por ejemplo, está pasando del derecho a estudiar a la obligación por ese mismo motivo".

Precisamente, el biólogo Roberto Fernández se ha matriculado en un ciclo de FP de Informática que espera compatibilizar con su trabajo nocturno en la pizzería. "Intento ser más práctico que soñador. Pero si me sale un trabajo de lo mío, lo dejo y me voy a donde sea", afirma.

Pese a todo, según un informe del Servicio Público de Empleo de Principado de Asturias, el nivel formativo más solicitado en las ofertas de empleo de la región en 2014 fue la de titulado universitario (39,38%), seguido de técnico superior de FP (20,93%). Máster o posgrado sólo se solicitaba en el 2,48% de las ofertas. Sin embargo, los asturianos con esa formación de posgrado son los que tienen las tasas más bajas de paro, del 5,10%, frente a la tasa del 19,3% de los titulados universitarios sin posgrado, según señala el estudio "La empleabilidad de la población cualificada 2014" elaborado por EAE Business School. "La tasa de paro de los titulados con posgrado en Asturias es inferior a la de la media nacional, quizá por la tradición industrial de la región y la permanencia de grandes empresas que demanda un perfil muy técnico, y pudiendo elegir prefieren posgraduados", apunta Juan Aitor Lago, director del Strategic Research Center de EAE School.

A medida que la crisis avanzaba, la tasa de paro general de los universitarios fue creciendo en Asturias. Del 12,60% en 2010 se pasó al 19,3% en el 2014. Y a medida que se baja el tramo de edad, sube la tasa. "La experiencia de crisis pasadas nos dice que sus impactos sobre las trayectorias laborales de los jóvenes son intensos, pero se atenúan con el paso del tiempo", afirma la economista de la Universidad de Oviedo Begoña Cueto, que añade que "no obstante, esta crisis ha sido mucho más fuerte y ha tenido un mayor efecto. El bloqueo en la entrada al mercado de trabajo da lugar a carreras laborales más inestables, con más periodos de desempleo. Además, los efectos son mucho más fuertes para los jóvenes menos cualificados. Por ello, a algunos puede terminar por expulsarlos del mercado de trabajo. En el caso de los cualificados, es previsible que tarden más tiempo en acceder a puestos estables, con salarios y ocupaciones adecuados a su nivel de estudios". Muchos biólogos seguirán trabajado en pizzerías.

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