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Análisis

El tamaño de las empresas, decisivo para el fortalecimiento de la industria asturiana

Vista aérea del Parque Tecnológico de Llanera y del polígono de Silvota.

Existe un consenso generalizado acerca de que, entre las empresas pertenecientes a una misma industria, las de mayor tamaño suelen conseguir mejores rendimientos de los factores productivos y la razón más habitual hace referencia a un mejor aprovechamiento de las economías de escala. Una evidencia de este mejor rendimiento, obtenida para el caso de las manufacturas asturianas, la proporciona el hecho de que la productividad media aparente por trabajador en las empresas medianas-grandes (de 50 trabajadores o más) supera en un 12% a la de las denominadas pequeñas (con entre 10 y 49 trabajadores) y en un 118% la de las microempresas (entre 1 y 9 empleados). Por supuesto, a nivel internacional, también existen ejemplos muy significativos, como el caso de las manufacturas alemanas, donde dichos porcentajes son aún más contundentes, 71% y 129%, respectivamente.

No obstante, además de un mejor aprovechamiento de las economías de escala, existen, en general, otras ventajas relacionadas con el tamaño que, dentro de una misma actividad, favorecen el resultado de las empresas más grandes, como son, por ejemplo, las mejores condiciones de negociación derivadas de ostentar una mayor cuota tanto en el mercado del producto como en el de los factores productivos específicos de la actividad. Además, el tamaño suele favorecer el desarrollo de una mayor capacidad innovadora tanto en innovaciones de procesos como en productos; las compañías con mayor dimensión son más atractivas para la fuerza de trabajo mejor formada, tienen menos dificultades para acceder a fuentes de financiación ajenas y cuentan con mejores condiciones para penetrar en nuevos mercados y especialmente en mercados internacionales. Y en las actuales circunstancias de deterioro de las condiciones de trabajo, también es importante destacar que, en general, las empresas más grandes suelen tener relaciones laborales más estandarizadas y estables, un empleo menos volátil, carreras profesionales más largas y regladas así como mejores remuneraciones.

A pesar de todas estas características tan atractivas, merece la pena tratar de evaluar cuantitativamente la relación que existe entre estructura de tamaños de las empresas manufactureras asturianas y los resultados de esta industria tan importante para el futuro de la economía regional. Concretamente, se trata de responder a cuestiones como la siguiente ¿Cómo y cuánto cambiaría el valor de la producción y el empleo si las 3.186 empresas de esta industria asturiana tuvieran una distribución de tamaños diferente a la actual: 83,7% de microempresas, 13,3% de pequeñas y 3% de medianas-grandes? Más concretamente, ¿qué impacto tendría sobre el valor añadido bruto (VAB) y el empleo de esta industria, el cambio de la estructura de tamaños de las empresas por el vigente en las diferentes regiones o en las principales economías europeas e incluso de USA?

A continuación resumiré los resultados más significativos obtenidos en la búsqueda de respuestas a estas cuestiones. Por ejemplo, si la distribución de tamaños en Asturias fuera como la existente en Andalucía, donde las microempresas son más frecuentes, se registraría un incremento de estas empresas de menor tamaño, un 6% adicional, y se reducirían las de los otros dos tipos, pequeñas, un 28% menos, y medianas-grandes, un 49% menos. Este mismo patrón, de aumento de las microempresas y disminución de las más grandes, se reproduciría en el caso de darse una estructura semejante a la de otras ocho autonomías e incluso si se diera una distribución semejante a la media española.

Por el contrario, como las microempresas tienen un peso muy inferior en las manufacturas de Navarra y el País Vasco al que tiene en Asturias, la implantación de unas estructuras semejantes en esta región supondría la reducción de este tipo de empresas menos productivas en un 10% y un 8%, respectivamente, en lugar de aumentar, mientras que los otros dos estratos de empresas aumentarían de forma muy notable, sobre todo las medianas-grandes, que incrementarían su participación en un 105% en el caso navarro y un 47% en el vasco. Este mismo patrón, disminución de las microempresas y aumento de las más grandes, aunque con impactos más modestos, se daría en el caso de las estructuras vigentes en otras cinco regiones. Elevando la mirada a nivel internacional, tenemos que este mismo patrón se replicaría aunque de forma mucho más intensa si en Asturias existiera una estructura semejante a la de Alemania. Efectivamente, la aplicación del patrón alemán determinaría los cambios más drásticos, ya que implicaría la mayor reducción de microempresas de todas las estructuras alternativas contempladas, un 27%, amén de incrementos mucho más altos de las pequeñas y de las medianas-grandes, del 113% y del 214%, respectivamente. El mismo patrón aunque menos intenso se daría con las estructuras de Reino Unido y USA, mientras que en los casos de Francia e Italia el patrón no es tan claro y merece un estudio más detenido.

Inevitablemente, estos cambios hipotéticos en la distribución de las empresas manufactureras tendrían a su vez consecuencias significativas sobre la producción y el empleo de esta industria regional. A partir de los datos de SADEI para Asturias sobre empleo y VAB para los tres estratos estudiados, se puede dimensionar dichos impactos. La implantación de algunas de dichas estructuras alternativas no solamente no permitiría generar el mismo volumen de VAB y absorber el mismo número de trabajadores que la industria asturiana con su estructura actual, sino que en muchos casos ambos niveles sería muy inferiores. Como sucedería, por ejemplo, en el caso de la estructura andaluza, con la cual la producción y el empleo que se obtendría serían un 39% y un 35% inferiores, respectivamente, a los vigentes en Asturias, lo cual es debido obviamente al menor peso relativo de las pequeñas y de las medianas-grandes y al mayor número relativo de microempresas, que son las menos productivas.

En cambio, si la distribución de las empresas fuera como la de Navarra o el País Vasco, donde son mucho más frecuentes las empresas más grandes, la producción asturiana podría ser un 81% y un 40% más alta y emplearía a un 71% y un 41% personas más de personas, lo que en términos absolutos equivaldría a unos niveles de empleo de 71.705 y 56.864 trabajadores, respectivamente. Es importante destacar también que, a pesar de que las estructuras de tamaños de las manufacturas asturianas y del conjunto del país no parecen muy dispares (microempresas: 84,5%; pequeñas: 12,7%; medianas-grandes: 2,7%), la heterogeneidad existente entre ambas es suficiente como para que en caso de que se replicase en Asturias la distribución de tamaños correspondiente a la media española, tanto la producción como el empleo en esta región se reducirían significativamente, un 6% y un 5%, respectivamente.

En síntesis, como era de esperar la distribución o estructura de tamaños de las empresas manufactureras tienen una influencia muy significativa tanto sobre el nivel de producción como sobre el nivel de empleo que esta industria puede alcanzar. Lo importante de este resultado es que se ha podido dimensionar dicha influencia sin variar el número de empresas, ni las actividades manufactureras que existen hoy en Asturias, el tipo de productos o la tecnología aplicada; esto es, en las misma condiciones que las actuales y variando exclusivamente las proporciones de cada estrato o tipo de empresas. Por otra parte, el hecho de que entre las estructuras de tamaños de referencia estén las correspondientes a las diferentes regiones españolas supone que también estamos manteniendo el mismo contexto institucional, económico, tecnológico y laboral que el de las manufacturas asturianas, lo cual sugiere que no deben de existir obstáculos insalvables para poder conseguir orientar paulatinamente nuestras estructuras hacia las que en el mismo contexto han conseguido mejores resultados en términos de producción y empleo que Asturias. En este sentido se puede afirmar que, de momento, las manufacturas asturianas tienen una estructura que se puede considerar superior a la media nacional aunque tiene un largo rango para mejorar tomando como referencia las regiones vecinas antes de fijarse metas más ambiciosas como acercarse a las estructuras alemanas o norteamericanas.

De acuerdo con estos datos, que no solamente representan la experiencia asturiana sino la del sistema en el que se inscribe nuestra economía, el tamaño se perfila como la característica clave de cualquier política industrial que trate de favorecer la competitividad de la industria manufacturera asturiana o de cualquier otra economía. Se trata esencialmente de apoyar el crecimiento de las empresas manufactureras actuales, que es seguramente la vía más eficaz y económica, por tanto eficiente, para fomentar el crecimiento y el desarrollo de la industria regional.

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