El índice de precios de consumo (IPC) persistió en España en una tasa del 3% de incremento en febrero respecto a un año antes pese a que en tasa mensual se redujo en cuatro décimas sobre enero. Con ello, persiste el diferencial de inflación (y la consiguiente pérdida de competitividad en costes) respecto a la media de la eurozona, aunque esta desventaja se atenuó en una décima y se situó en un punto porcentual.

Asturias fue una de las cinco regiones (con Castilla y León, Castilla-La Mancha, Galicia y Cantabria) en las que la inflación avanzó respecto al mes de enero. Lo hizo en una décima, con lo que Asturias cerró el mes de febrero con un IPC del 3,1%, el cuarto más elevado de España, en igualdad con Cantabria y Cataluña. De las ocho comunidades con una inflación superior a la media, cinco son de la mitad norte y dos, de la meridional.

En el caso de Asturias, los sectores más inflacionarios fueron el transporte (8,8% de aumento interanual), lo que se atribuye al mantenimiento del coste de los carburantes frente al descenso que habían registrado en febrero de 2016, y los gastos de consumo asociados a la vivienda (7%). Todos los sectores arrojaron alzas de precios en la región de mayor o menor intensidad, salvo el de ocio y cultura, que permaneció estable. Ninguno registró retrocesos.

En España el índice general de inflación se mantuvo por encima de la inflación subyacente por tercer mes consecutivo, una vez que se disipó el pasado otoño el efecto del abaratamiento interanual del petróleo y la energía. La inflación subyacente, que no incorpora estos componentes ni el de los alimentos frescos por su mayor volatilidad de precios, se redujo una décima en el conjunto del país y se situó a fin de mes en el 1%, dos puntos por debajo del índice general.

Los grupos de productos que más contribuyeron al IPC general en el conjunto del país fueron los alimentos y bebidas no alcohólicas, el transporte, y el vestido y calzado, mientras que operaron a la baja fundamentalmente los gastos de la vivienda y las comunicaciones. El IPC armonizado, que es el que se calcula de forma homogénea con el de la UE, aumentó una décima, hasta el 3%.