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Alberto González | Economista y director general de FADE

Qué no ERA

El desarrollo regional y la vigencia del informe "Estrategias para la Reindustrialización de Asturias"

"Los hombres y las mujeres hacen su propia historia. También en Asturias. Pero la hacen en condiciones socialmente determinadas. También en Asturias". Con estas cuatro frases, una repetida y no por casualidad, arrancaba el documento final del Programa ERA, "Estrategias para la Reindustrialización de Asturias". Un proyecto desarrollado por un equipo multidisciplinar de investigadores y expertos universitarios en diferentes materias que entre 1992 y 1994 estudiaron a fondo la realidad social y económica de Asturias con el fin de explorar nuevas vías de crecimiento económico y mejora de la calidad de vida.

Como se aclaraba en su introducción, el ERA no fue concebido como un recetario de soluciones a los muchos problemas que entonces tenía la región; tampoco como un programa de gobierno ni un manual de desarrollo económico. Su objetivo fundamental era plantear a la sociedad asturiana un debate sobre su futuro. Un debate que partiera del análisis objetivo de la compleja realidad regional de principios de los 90 del siglo pasado, avalado por la amplitud que la metodología de análisis estructural de un territorio requiere, con la objetividad que los fríos datos confieren y con el rigor científico e intelectual aportado por reputados especialistas de ámbito internacional, nacional y regional. Un debate constructivo que estableciera como consensuado punto de llegada lo que Asturias quería ser a partir de lo que la realidad y el análisis determinaban que podría ser.

La realidad en la que hurgó el ERA es bien distinta en algunos aspectos a la de la Asturias actual. En otros no tanto. Desde principios de los 80 todos los indicadores dibujaban una Asturias en crisis, cuyos orígenes eran casi tan claros como sus signos. Y que lejos de ser coyuntural y localizada en algunos sectores afectaba a casi todo el armazón socioeconómico regional sin que hubiera visos de solución.

La base económica pivotaba entonces sobre la industria; y ésta estaba dominada por sectores maduros y de primera transformación, casi todos controlados por el potentísimo holding público INI o directamente por el Gobierno de España. El estudio describe un panorama empresarial en la región que, probablemente muy influenciado por esa preponderancia pública durante décadas, basa su liderazgo en costes, suele tener una estructura organizativa excesivamente burocratizada, descuida la eficiencia en los procesos productivos, tiende a invertir poco en formación y tecnología, no tiene una presencia destacada en mercados internacionales y presenta una bajísima propensión a la cooperación empresarial.

Al mismo tiempo anticipaba un mundo que entonces empezaba a ser ya más global y abierto, más ágil y fluido, más interrelacionado y tecnológico. Y por ello hacía especial hincapié en la necesidad de soltar el lastre de economía protegida y subsidiada virando hacia otra base económica y empresarial con la vista puesta en estos horizontes. Por eso el ERA fiaba a la ganancia de competitividad de nuestras empresas en estos entornos más abiertos la mejora de las condiciones económicas de la región.

El balance de lo ocurrido lo dejo para otros. Pero no quiero evitar dos aspectos de enorme trascendencia que, en mi opinión, siguen vigentes desde la Asturias del ERA. En primer lugar, es obvio que la región se ha modernizado y ha evolucionado mucho en estos veinticinco años. Pero, ¿podría haberlo hecho aún más? Sin duda. ¿Entonces qué lo ha impedido? ¿por qué Asturias sigue sin aprovechar todo el potencial de desarrollo que atesora? Tal vez tenga mucho que ver con la mentalidad con la que como sociedad hemos afrontado -y afrontamos aún- la realidad declinante que nos ha tocado vivir; y también, parafraseando a Stephen S. Cohen, con las "imágenes" de algunos colectivos sociales sobre los problemas industriales y económicos de Asturias. Es muy recomendable la lectura del capítulo tres del libro que aborda las actitudes, demandas y expectativas de los asturianos ante la situación de nuestra tierra y que se resume en un concepto aún no del todo derogado en la región: "providencialismo".

El segundo aspecto es el espíritu de diálogo, debate, cooperación, compromiso y corresponsabilidad entre representantes políticos, económicos y sociales, ciudadanos, creadores de opinión, organizaciones e instituciones de Asturias que desde las páginas del ERA se pretendía poner en valor e infundir. Por desgracia el debate prescrito se centró sólo en las formas (quién había encargado el informe, cuánto había costado o cuáles serían sus verdaderas y ocultas intenciones) olvidándose completamente del fondo (los principales déficits estructurales de la región, qué proyectos convendría acometer con urgencia o prioridad y qué sectores económicos apuntaban como más destacados). ¿Les suena de algo esta cantinela?

Con o sin el ERA, los asturianos y asturianas construimos nuestra historia en estas dos décadas y media con los mimbres disponibles, como el propio estudio proclamaba. Pero si no hubiéramos relegado ese gran trabajo a poco más que objeto de adorno en algunas estanterías y arma arrojadiza en la arena política, y nos hubiéramos centrado más en lo que era que en lo que no era, esta región habría crecido más, tendría una base económica mejor organizada y más rentable, dispondría de una estructura institucional y territorial más eficaz y nuestra calidad de vida sería aún mejor. Y además estaríamos más entrenados en la cultura de la cooperación y el acuerdo en aspectos básicos para Asturias que en la del desacuerdo y las descalificaciones mutuas generalizadas, lo que nos permitiría afrontar ahora nuestro futuro con más garantías.

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