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Despega la inversión de la industria asturiana, aunque sin crear apenas empleo

Las grandes empresas abordan obras de automatización, ampliaciones que requieren poco personal y mejoras ambientales

Despega la inversión de la industria asturiana, aunque sin crear apenas empleo

El sector fabril tuvo un comportamiento sobresaliente en el crecimiento económico de Asturias en 2017 (avance del PIB del 3,5%). Las actividades manufactureras registraron la tercera mayor expansión del país (5,7%) y la región recuperó perfil industrial (el sector en su conjunto aportó el 20,4% del producto). Otros datos y anuncios recientes indican que las empresas industriales se han adentrado, al hilo del empuje de la economía internacional, en un ciclo inversor que al menos en una parte está conectado al cambio tecnológico y a estrategias para aumentar la producción, reducir costes y mejorar la competitividad, aunque sin una creación significativa de empleo. Las grandes compañías tienden a consolidar sus plantillas y en algunos casos, como el de Arcelor, incluso a reducirlas.

La expansión inversora ha dejado señales estadísticas. Según una información del INE y otras recogidas por la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (SADEI), el Principado fue la región española donde más aumentó la inversión en "activos materiales" en 2016, último año con datos oficiales disponibles. Lo hizo casi el 53%, después de haber registrado en 2015 otro aumento vigoroso que coincidió con el arranque de un programa de obras en las plantas de Arcelor y también con las desplegadas por EDP para adecuar sus térmicas de carbón a los nuevos requerimientos ambientales.

Los números dicen que ha cambiado la tendencia que llegó a deprimir la inversión hasta dejarla en 195,7 millones en 2014. Los últimos números conocidos (486,4 millones en 2016) siguen aún lejos de los niveles anteriores a 2009, en algunos años superiores a los 1.000 millones. No obstante, las decisiones que han encadenado algunas de las principales empresas y los datos sobre expectativas sugieren que el repunte observado hasta 2016 se ha prolongado. Un apunte sobre la última encuesta realizada por SADEI este año entre más de un centenar de empresas industriales, incluidas las mayores: el 40% respondían en febrero que su producción era alta y que situaban en 103 el número medio de días con trabajo asegurado por los pedidos, resultados análogos a los que se daban hace diez años, antes de la Gran Recesión.

¿En qué está invirtiendo la industria asturiana? Los anuncios realizados recientemente por distintas compañías indican que la prioridad es la mejora de procesos para producir lo mismo o más con menores costes. La alemana Bayer (4,5 millones este año), con fábrica en Langreo, y Saint Gobain (21 millones en un lustro), que fabrica en Avilés, incorporará mejoras tecnológicas en sus producciones, altamente automatizadas ya. Arcelor encara hasta 2022 una nueva tanda de obras, con la reconstrucción de las baterías de Gijón, la segunda fase de la ampliación de la acería de Avilés y desembolsos menores para elevar la productividad en distintos talleres. En total, unos 250 millones que además incluyen actuaciones para reducir el impacto ambiental de la actividad siderúrgica. La regulación ambiental está también detrás de la inversión de 7 millones de euros que Química del Nalón inició en 2017 y completará este año en su planta de Trubia.

Las principales iniciativas conocidas consolidan las fábricas y las plantillas, sin aumentos de empleo. En algún caso incluso hay reducción. Arcelor está apostando por sustituir personas por máquinas, realizando inversiones en talleres a la vez que reduce su personal mediante traslados o prejubilaciones, para ganar productividad.

El grupo papelero y energético Ence destinará 96 millones en dos años a ampliar su capacidad fabril el 13% en Navia y a obras ambientales. Tal actuación no conllevará en principio crecimientos relevantes de la plantilla. Y los 25 millones que Du Pont gastará en Tamón este año para mejorar el negocio de nómex llevarán aparejada la incorporación de sólo quince nuevos trabajadores.

En general, el notable avance de la producción y del negocio observado en la industria manufacturera asturiana (sin incluir la minería y la generación de electricidad) en 2017 tuvo un reflejo muy modesto en el empleo. Con un avance del PIB manufacturero del 5,7%, el empleo fabril, medido por los cotizantes a la Seguridad Social, apenas creció (0,21%). Quizá una primera señala de lo que trae la nueva oleada tecnológica (industria 4.0): más máquinas y algoritmos y menos trabajadores.

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