La ingeniería Duro Felguera afronta a partir de hoy la macroampliación de capital cuyo éxito o fracaso decidirán la supervivencia o desaparición de un grupo con 160 años de historia, 1.800 empleos, fuerte implantación internacional, una marca y saber hacer acrisolados en el mercado y un protagonismo estelar en el desarrollo económico y empresarial regional durante el más de siglo y medio de industrialización asturiana.

La compañía alcanza este momento crítico y decisivo de su existencia tras año y medio de una indómita e impertérrita capacidad de resistencia. Duro Felguera lleva sobreviviendo 18 meses pese a haber quedado sin acceso a nuevos avales y créditos desde fines de 2016, y pese a haber tenido que afrontar en este tiempo severas restricciones financieras, dos peticiones de concurso necesario de acreedores, una fortísima fractura en el accionariado y en el consejo de administración -divididos en una disyuntiva sobre el camino a seguir-, y la renovación de sus órganos de administración y su presidencia. Pese a carecer de respaldo financiero -imprescindible en su negocio para acceder a nuevos contratos-, la compañía logró sumar proyectos nuevos en el mercado exterior (tanto bajo la presidencia aún de Ángel del Valle como luego de la de Acacio Rodríguez) por un importe de 670 millones de euros merced a la gestión de sus cuadros profesionales y al apoyo de algunos acreedores y de socios tecnólogos multinacionales como Siemens y General Electric.

En febrero, fuentes financieras involucradas en el proceso de Duro aseguraron de forma confidencial a este diario: "En noviembre pasado, la banca acreedora desistió de toda esperanza sobre Duro y tenía decidido dejar caer a la empresa. Esta decisión se revisó y se optó por apoyar al grupo porque quedamos impresionados por su capacidad de resistencia. Lucharon como gato panza arriba. Otra empresa no hubiese aguantado. Esto fue decisivo, junto con el cambio en la presidencia, para convencernos de que Duro merecía ser apoyada con un plan de refinanciación y de reestructuración de la deuda".

Convencer al mercado

Tras el cúmulo de avatares resueltos, ahora llega lo más difícil: convencer al mercado y a los inversores (incluidos los pequeños ahorradores), de que la empresa tiene futuro y que puede superar su actual situación de insolvencia a causa de los 358,41 millones de euros que declaró como pérdidas desde 2015, lo que condujo a la sociedad a incurrir en causa legal de disolución. Para superar esta situación límite (no es la primera vez que supera un desafío análogo) Duro precisa lograr el respaldo capitalista de grandes y pequeños inversores para reclutar 125,7 millones de euros, que le son imprescindibles y cruciales. En la empresa, que hoy reanuda los contactos con inversores en Londres, hay esperanza de que se alcanzará el objetivo.

El grupo tiene por delante otros desafíos no menores: restaurar la plena confianza de clientes y proveedores, restañar la erosión que haya sufrido la marca durante el último año y medio, resolver de modo favorable el acta de inspección de Hacienda (el fisco le reclama 123 millones) y solventar sin quebranto la investigación judicial de la Audiencia Nacional por el "caso Venezuela". En la compañía hay confianza en despejar todos estos frentes.