Galicia, y más concretamente la provincia de Lugo, se ha convertido en un polo para la emergente industria de los drones. Grandes compañías, como Indra y Babcock, han instalado en la zona sus laboratorios de investigación y desarrollo (I+D) y de producción para el impulso de esta tecnología que se espera que mueva millones de euros a no mucho tardar.
La propia Xunta es la que ha puesto a volar este ambicioso proyecto. Su objetivo es conseguir que la localidad lucense de Rozas sea un centro de referencia para el desarrollo de drones y aviones no tripulados. Las naves, o hangares, en las que se están instalando ya estas grandes compañías han sido construidas por la Administración gallega, que, a su vez, está impulsando un plan para probar las aeronaves sobre el terreno para, por ejemplo, el control de bosques y la prevención de incendios o la seguridad de la flota pesquera.
Recientemente, el consejero de Economía de la Xunta, Francisco Conde, aseguró que ya había una veintena de proveedores de la vecina comunidad autónoma trabajando para Indra y Babcock.
Según un estudio europeo (el llamado Sesar European Drones Outlook Study) de 2016, el negocio del control aéreo del tráfico de drones moverá unos 10.000 millones de euros en 2035. Y Galicia quiere subirse a esta nueva economía antes que nadie. Hace unos días, Elecnor y Airbus anunciaron que están estudiando también instalarse en Rozas.