Unos 4.350 manifestantes, según el recuento de la Policía Local, participaron ayer en La Coruña en la primera gran movilización para parar el cierre anunciado por la multinacional estadounidense Alcoa para sus plantas de aluminio de La Coruña y Avilés (Asturias).

Apoyada por todos los grupos políticos y los principales sindicatos, la marcha multitudinaria arropó a los centenares de familias afectadas por una decisión empresarial que esperan revertir. Al grito de "Isto é a guerra, Alcoa non se pecha", (Esto es la guerra, Alcoa no se cierra"), "Fóra iankis, pandilla de mangantes" (Fuera yanquis, pandilla de mangantes) y "Alcoa é galega, Alcoa é asturiana" (Alcoa es gallega, Alcoa es asturiana), un clamor popular reclamó la continuidad de la actividad industrial y de los 369 puestos de trabajo en La Coruña y los 317 en Asturias, desde donde se desplazaron unos 120 trabajadores para la apoyar la manifestación coruñesa. También acudieron trabajadores de san Ciprián (Lugo), la única planta que se salva del cierre.

El ruido de los petardos y el humo rojo de las bengalas marcaron el ambiente durante el trayecto, junto con la música de las gaitas. Entre los participantes hubo obreros con ropa de trabajo, familias con niños y mayores y un nutrido grupo de políticos que se situaron detrás del comité de empresa de la aluminera y los representantes sindicales, que encabezaron la marcha.

"Desde hoy y hasta que esto se solucione, todos los coruñeses somos trabajadores y trabajadoras de Alcoa", dijo el alcalde de la ciudad gallega, Xulio Ferreiro, seguido de un gran aplauso. "Sois un orgullo, la dignidad del movimiento obrero hecha realidad hoy aquí en La Coruña", ensalzó el regidor. Ferreiro aseguró que la ciudad no puede ser "complaciente": "No os vamos a dejar solos", afirmó. E invocó el mensaje de unidad en un frente institucional "sin fisuras" con la Xunta y el Gobierno central hasta que se garantice la rectificación por Alcoa.

El presidente del comité de la fábrica coruñesa, Juan Carlos Corbacho, puso el acento en el problema energético -la ausencia de un marco eléctrico estable y transparente- que lastra a la industria electrointensiva: el 40% del coste de producción de Alcoa es la electricidad. Corbacho involucró al conjunto de la ciudadanía en la lucha: "Todos estamos pagando lo que no tenemos que pagar por la electricidad". El representante sindical aseguró que estamos ante "la estafa principal en este país en este siglo" y llamó a la población a "espabilar" y salir a la calle como los están haciendo los mayores con las pensiones.

Corbacho sostuvo que entre 1998 y 2014 las plantas que ahora se quieren clausurar dieron un beneficio de 1.490 millones de euros, un dinero que, según criticó, fue invertido en las plantas extranjeras mientras abocó las de Avilés y La Coruña al declive con una ausencia total de inversiones por "una decisión de grupo". Exigió la retirada inmediata del ERE de extinción -el comité está convocado para iniciar la negociación el miércoles 31 en Madrid- y, a partir de ahí, mantener la actividad fabril y abrir una mesa de negociación con soluciones temporales hasta que se consiga "regular un marco energético para todos, no sólo para Alcoa".

"Necesitamos tener un país industrializado, no solo vivir de servicios y centros comerciales", remarcó y propuso que aunque el artículo 155 de la Constitución (aplicado a Cataluña) no es posible imponerlo a Alcoa, sí es posible esgrimir el 128.2, que permite al Estado intervenir una empresa en caso de monopolio de servicios y recursos esenciales y por interés general.

El secretario general de los socialistas gallegos, Gonzalo Caballero proclamó que "Hoy todos somos trabajadores de Alcoa". "Haremos un frente común de defensa para que la planta mantenga su actividad", aseguró. Y el delegado de la Xunta en La Coruña, Ovidio Rodeiro, abogó por un "trabajo conjunto" entre todas las instituciones hasta lograr que Alcoa deponga sus pretensiones y garantice la continuidad de las dos fábricas.

El 8 de noviembre habrá otra manifestación en Avilés.