Los niños del aluminio también se echaron a la calle el 8-N. La suya fue una de las fotos más buscadas en una movilización que ya queda para la historia. Los hijos de los trabajadores de Alcoa protestaron como sus padres el pasado jueves tras una pancarta con el mensaje "¡Por nuestro futuro!". Por ellos, por la industria y la Asturias del mañana, es también la lucha del aluminio. Fueron tan aplaudidos como sus padres y se llevaron ovaciones. Los pequeños, alucinaron. Sus padres, se emocionaron.

"Esto se vive muy mal, esta incertidumbre de no saber qué va a pasar, lo que te espera, del futuro que podremos dar a nuestros hijos. Avilés se muere si no hay industria", señaló Noelia Suárez, mujer del trabajador de Alcoa Ovidio Iglesias y madre de Olayo (13 años) y Enol (8). "Mis padres están preocupados", apostilló Enol, que se pasó toda la protesta profiriendo gritos contra la clausura de la fábrica que le da de comer: "¡Alcoa no se cierra! ¡Alcoa no se cierra!". "Espero que sea la última vez que tenemos que salir a la calle", concluyó su madre.

La del jueves fue la segunda manifestación de Darío Gómez. En la plaza del Vaticano, minutos antes del comienzo de la protesta multitudinaria, el alumno del Colegio Santo Ángel reconocía no estar muy entusiasmado con la convocatoria: "Es que me aburro". Una bandera de la UGT fue suficiente para levantarle el ánimo. Ya en la meta, en El Parche, confirmaba a hombros de su padre David: "Pues al final me lo pasé muy bien".

"No sé cómo no les da vergüenza dejar a todas estas familias tiradas, una empresa que presume de principios y que de un día para otro nos dice que nos vamos a la puñetera calle. Solo les deseo que sus familias pasen algún día lo mismo que ahora estamos viviendo nosotros", protestó contundente Eugenia Menéndez, mujer del trabajador José Luis González Lledes, sin quitar ojo a sus hijos Adrián y Alba, también tras la pancarta.

Hubo momentos de llantos contenidos, de lágrimas aflorando en la mirada. Como las que recorrieron el rostro de Ana Belén Sánchez mientras grababa con su móvil la lectura del manifiesto en la plaza de España. Sobre el escenario estaba Alberto Grijalbo, con su pequeño David en brazos, mientras miles de gargantas coreaban al unísono el "Alcoa no se cierra". "Ha sido impresionante". Y así se hizo historia.