El agua no tiene ese problema. Tras medio siglo de vida, la central de Proaza sigue generando electricidad. Energía "verde" que no chirría en unos parajes de gran belleza, los ahora denominados Valles del Oso. A esa integración en la naturaleza contribuyó de manera decisiva el arquitecto y artista Joaquín Vaquero Palacios, que diseñó la central teniendo en cuenta el entorno y sus recuerdos de infancia, cuando acompañaba a su padre, Narciso Hernández Vaquero (que fue director de HC), en sus "exploraciones" por la montaña asturiana. "Llegábamos a Proaza y yo me quedaba extasiado de la belleza de aquellas montañas de caliza blanca, con laderas plegadas y aristas en la roca (?). Siempre guardé, imborrable, este recuerdo y al concebir el edificio central para Proaza, sin necesidad de proponérmelo, llegué a una solución de fachadas en cierto modo remedo de esas paredes rocosas", escribió Vaquero Palacios, fallecido en Madrid en 1998.

"Mi abuelo se divertía combinando la técnica, el ingenio, el arte y diseño", señaló ayer Joaquín Vaquero Ibáñez, nieto del autor de la central, que ayer proyectó sobre los pliegues de su fachada de hormigón un espectáculo de luz y sonido. Los invitados lo disfrutaron sentados en hamacas de las playas de Gijón (alquiladas a la Cocina Económica) y comiendo castañas asadas.