La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El lento arranque del coche eléctrico

Los beneficios: el fin de los motores de combustión contribuirá decisivamente a rebajar la contaminación e irá ligado al impulso de las energías renovables

El lento arranque del coche eléctrico

"No hay quien lo pare, viene a toda velocidad". La reflexión, del presidente de la patronal de concesionarios y talleres de Asturias (Aspa), Rogelio Cuesta, alude al coche eléctrico, que está llamado, de aquí a unos lustros, a adelantar sin miramientos y con la quinta marcha puesta a los vehículos a combustión (aquellos cuyos motores funcionan con gasóleo o gasolina). Pero aún le queda un buen trecho para conseguirlo. Ni la tecnología está aún lo suficientemente madura, ni la infraestructura eléctrica está preparada para soportar que todos los conductores necesiten enchufar su vehículo para recargar la batería. El viaje se prevé largo, aunque el Gobierno le quiere poner fecha límite prohibiendo que desde 2040 se puedan comprar y matricular más coches que los movidos por electricidad.

De momento, los argumentos a favor del coche eléctrico son tan contundentes y numerosos como los que van en su contra. Muy pocos dudan de que este tipo de vehículos es el futuro, pero están a bastante distancia de dominar el presente.

Así, de sopetón, el primer argumento en contra que se encuentra cualquier comprador es el precio. Tremendamente elevado. Un modelo de los normalitos ronda los 35.000 euros. Aunque esto puede cambiar de aquí a unos pocos años. Al menos así lo prevé el asturiano Adriano Mones, director regional de desarrollo de mercado de Phoenix Contact E-Mobility (una multinacional asentada en Llanera), que sitúa hacia 2023 el año en el que se producirá un punto de inflexión en el coste de estos vehículos. Será en ese momento, pronostica, cuando la demanda ya haya crecido tanto que los constructores tengan capacidad para fabricar en masa. No como ahora, que "este tipo de coches son prácticamente artesanales", señala.

Mientras eso llega, los defensores del coche eléctrico van jugando sus bazas, basadas en los enormes beneficios medioambientales de estos vehículos. Para empezar, "su implantación ayudaría a evitar las 30.000 muertes al año por emisiones de CO2 a la atmósfera". La llamada movilidad eléctrica va casi irremediablemente ligada al desarrollo de fuentes energéticas alternativas. Es decir, de las renovables. Un mercado que, según el análisis del director de la Fundación Asturiana de la Energía (Faen), Juan Carlos Aguilera, "necesita impulso".

A bote pronto, a Aguilera le salen de carrerilla estos argumentos a favor del coche eléctrico: "Su mantenimiento tiene un menor coste y el gasto en combustible también es mucho menor", enumera. De hecho, a los primeros propietarios de un coche eléctrico la energía con la que alimentar las baterías de sus vehículos les puede salir completamente gratis. En territorio asturiano hay distribuidas de forma estratégica varias "electrolineras" en las que recargar no tiene ningún coste. Aunque esa ganga tiene los días contados. "Un punto de recarga rápida tiene un coste de unos 25.000 euros, lógicamente las eléctricas querrán amortizar ese gasto", señala Mones.

El de la recarga es, por el momento, otro de los puntos que juegan en contra del desarrollo del coche eléctrico. El "lleno, por favor", que en los vehículos con motores a gasóleo y gasolina tarda solamente unos minutos, en puede tardar horas de enchufarse a la red. Y, encima, muchos fabricantes desaconsejan abusar de las llamadas recargas ultrarrápidas, que tardan unos quince minutos, porque pueden ser perjudiciales para las baterías. A mayores, ese tipo de "electrolineras" de carga ultrarrápida necesitan aún replantearse cómo solucionar algunos problemas. Por ejemplo, "hacer que los cables no se sobrecalienten durante la recarga (como ocurre ahora) o hacer más ligera la manguera del enchufe", explica Aguilera.

La idea para el futuro es que haya enchufes en las cocheras de cada edificio de viviendas, en los parkings de trabajo o restaurantes, para que mientras que se esté haciendo otra cosa se pueda dejar el turismo conectado a la red. Aguilera presume de que en el Principado se ha avanzado mucho en un año en el despliegue de la red de puntos de recarga. "La mesa regional para la movilidad eléctrica (que comparten empresas, organismos públicos y diversas asociaciones) ha sido la cerilla de activación que ha permitido tener esta infraestructura que no tienen otras comunidades", explica. En Asturias, el parque de vehículos eléctricos supera por los pelos las 300 unidades. La tendencia va al alza, pero las ventas van aún con el freno de mano echado. Parece que aún siguen pesando demasiado los argumentos en contra.

Para que las ventas cambien de marcha, Mones está convencido de que son necesarias más ayudas públicas, tanto para compradores como para las propias empresas vinculadas con esta tecnología. Todos los programas de ayudas que se ponen en marcha se agotan enseguida, dice.

Pese a los contras y las dudas, el coche eléctrico parece que tiene el camino bastante despejado. Últimamente, el Gobierno ha facilitado por ley que las comunidades de vecinos permitan instalar uno de estos enchufes a quien quiera, sin necesidad de que el asunto pase siquiera por la junta vecinal, para evitar líos. La regulación está enfocada a dejar expédito el camino para que antes de tres décadas sólo circulen coches movidos por kilovatios eléctricos.

Compartir el artículo

stats