Los trabajadores de Arcelor-Mittal no harán horas extra durante estos días en protesta por el bloqueo que está sufriendo la negociación de su convenio colectivo. La medida la aprobaron ayer todos los comités de la siderúrgica en la región -los de Gijón, Avilés y el parque de carbones de Aboño-, a propuesta de las asambleas de empleados que últimamente se están celebrando en los talleres para preparar la huelga en la compañía, que se prevé que tenga un amplio seguimiento. "Los ánimos están muy caldeados", según los sindicatos.

Los comités instan a la plantilla a que solo se realicen las horas extra que sean de fuerza mayor, entre ellas, aquellas que supongan una prolongación de la jornada por una falta imprevista del compañero que tiene que dar el relevo. Cada año, en las plantas asturianas de Arcelor-Mittal los trabajadores hacen unas 120.000 horas extraordinarias. De hecho, la multinacional ha sido sancionada en varias ocasiones por exceder el límite legal, previa denuncia de los sindicatos ante la Inspección de Trabajo, por lo que los trabajadores consideran que esta pueda ser una buena medida de presión para presionar a la siderúrgica y hacer que la dirección sea menos exigente en la mesa de negociación del convenio colectivo.

Uno de los puntos que quieren abordar los sindicatos cuando las negociaciones se desatasquen supone poner freno al exceso de horas extraordinarias que viene realizando cada año la plantilla asturiana de la multinacional. Según los cálculos sindicales, esas horas de más equivalen a la jornada anual de unos 120 trabajadores. El récord, señalaron fuentes de las centrales, se registró en 2016 cuando se superaron las 240.000. Aquello motivó duras protestas y algún amago de movilización. Desde entonces, la situación se ha contenido algo.

Para la huelga ya está todo preparado. Los representantes presentaron esta semana la convocatoria ante la autoridad laboral para parar la actividad durante los días 23 y 27 de abril, y han pedido una reunión con los responsables de recursos humanos de Arcelor para negociar los servicios mínimos que deberían estar vigentes durante esas dos jornadas de parón. A lo largo de esta semana, los trabajadores de las otras plantas españolas del grupo votaron también a favor de secundar las movilizaciones. Solo la de Lesaka, donde tienen mayoría los sindicatos vascos (ELA y LAB), se desmarcó de la protesta.

Antes de que llegue la primera jornada de paros, los directivos de la multinacional y los sindicatos tendrán una última oportunidad para negociar y tratar de calmar las aguas. Será el próximo martes, en las oficinas de la factoría de Echévarri (Guipúzcoa). La principal diferencia entre los sindicatos y la empresa está en cómo debería ser la subida salarial. Las centrales exigen un incremento que ronde el 4% y apelan al récord de ganancias que la compañía registró durante el año pasado. Arguyen, además, que la plantilla se ha apretado el cinturón durante estos últimos años y que "ya está bien de ajustes". Por su parte, Arcelor limita el incremento de las nóminas al 0,4%. Evidentemente, las posturas están alejadísimas. La empresa asegura que la situación ha cambiado este año y que se prevén nubarrones en el horizonte económico que pueden llegar a afectar a la producción de sus plantas asturianas.