La regasificadora de El Musel, acabada y sin uso desde 2012, sigue sin fecha de apertura y sin expectativa de tenerla a corto plazo, según dio a entender ayer Marcelino Oreja, consejero delegado de Enagás. La "compleja" tramitación de la nueva autorización que requiere la planta, unida a la inestabilidad política de estos años, mantiene atascada la apertura de una infraestructura que costó 380 millones de euros y que, de abrirse, podría amortiguar el impacto del cierre de las térmicas de carbón, según el criterio del Principado.

"Es una tramitación compleja y larga, estamos trabajando en ello", respondió Marcelino Oreja a las preguntas de los periodistas sobre la puesta en marcha de la regasificadora, tras la reunión que el primer ejecutivo de Enagás mantuvo con responsables de la Consejería de Industria. Repreguntado sobre cuándo en concreto podría prestar servicio el complejo gasista de El Musel, Oreja contestó: "No les puedo decir...En este decenio".

"La tramitación no depende de nosotros. Estamos en un país que en los últimos años ha cambiado de Gobierno muchas veces, demasiadas, y eso no ayuda en una tramitación administrativa. De hecho no tenemos confirmado al director general de Energía en estos momentos, y eso no ayuda", añadió el responsable de Enagás.

Según esa tesis, la intestabilidad política de los dos últimos años y la interinidad de los gobiernos ha ralentizado la legalización de la regasificadora, cuya autorización administrativa primigenia fue definitivamente anulada por el Tribunal Supremo en 2016. Ese mismo año, Enagás inició los trámites para obtener una nueva licencia, procedimiento que ha incluido una nueva declaración de impacto ambiental. Tres años después, Enagás asegura no tener una expectativa diáfana de cuándo podrá activar la planta.

En ese contexto, la directora general de Energía y Minas del Principado, Belarmina Díaz, emplazó ayer al Ministerio de Transición Ecológica, responsable de la tramitación, a completarla "a la mayor brevedad posible". Añadió que la actividad de la regasificadora crearía empleo que podría compensar parte del perdido en las térmicas que cierren.

La compañía quiere dar a la regasificadora un uso distinto al del proyecto original. La planta estaba pensada para recibir gas natural licuado por mar, regasificarlo e inyectarlo en la red de gasoductos. Cubiertas esas necesidades por otras regasificadoras y por los grandes gasoductos que conectan España y el Magreb, Enagás quiere hacer en El Musel dos actividades principales: suministrar gas a buques propulsados por este combustible, llamado a sustituir a los hidrocarburos pesados en la navegación marítima, y usar la planta como centro logístico, aprovechando como almacenamientos sus dos grandes tanques (150.000 metros cúbicos cada uno).

Oreja descarto, en cambio, utilizar la regasificadora para almacenar "hidrógeno verde", formando parte del incipiente plan que maneja para fabricar ese gas renovable en Asturias instalando una planta de electrolisis alimentada de energía por parques eólicos. El directivo precisó que ese proyecto es por ahora "sólo un esbozo".