A la segunda fue la vencida. La primera fase de las nuevas baterías que ArcelorMittal está reconstruyendo en Gijón -sobre las estructuras de las antiguas- ha superado ya las etapas más críticas tras la nueva operación de arranque, la segunda tras el intento fallido de mediados de enero, que dejó a la luz diversos problemas con el alquitrán que se genera en estas instalaciones durante el proceso de fabricación del coque. Culminar con éxito estas obras es clave para poder alimentar de combustible desde Asturias los dos hornos altos que la multinacional tiene en Gijón y así dejar de depender de tener que traer este mineral de otras plantas del grupo, de Polonia, más en concreto. Lo contrario encarece notablemente el proceso y provoca, además, que el coque que se esté importando sea de calidad inferior al que se hace en la región.

Todos los inconvenientes, obras, demoras y ajustes en los trabajos de la primera línea de 45 baterías de coque provocarán a su vez un ligero retraso en la apertura de la segunda fase (formada también por otros 45 hornos), que no entrará en funcionamiento hasta junio. Lo previsto inicialmente era que pudieran estar sacando coque ya a finales de abril. Es una demora que los sindicatos ya preveían, visto los problemas surgidos, y que esperan que sirva para solventar los graves desajustes detectados durante esta primera fase de las obras.

El caso es que Arcelor arrancó el miércoles esta primera línea de baterías. Las labores causaron una tremenda expectación en el grupo siderúrgico, tanto en Asturias como en Europa. De hecho, varios responsables europeos del área de baterías se trasladaron esta semana al Principado para seguir el proceso de arranque y vigilar que todo se desarrollara en orden. De momento, así está siendo, aunque los sindicatos piden aún algo de prudencia, por si acaso. El proceso de arranque, reconocen, era quizás el trámite más sencillo de todos. Solo se trataba de ir cargando poco a poco los 45 hornos -el proceso es lento y lleva unas 16 horas- y que comenzarán a producir. El problema llegaba después con el tratamiento del alquitrán que se genera durante todo este trabajo. De hecho, en enero las baterías arrancaron con cierta normalidad y no fue hasta dos días después cuando los problemas quedaron al descubierto.

A lo largo de estas últimas semanas ArcelorMittal y la ingeniería Paul Wurht, la que resultó adjudicataria de las obras, se han afanado en tratar de corregir las deficiencias en el diseño de esta instalación. Las medidas se centraron en modificar el sistema de conducción de gases. El objetivo era evitar que el interior de las tuberías se quedara solidificado el alquitrán, obstruyéndolas e impidiendo que se pudiera llevar a cabo el proceso de limpieza de los gases de coque extrayendo de los mismos ese residuo y otros subproductos. Lo que han hecho para tratar de arreglar el desaguisado ha sido realizar de forma manual -como antaño- muchos de los procesos que estaba previsto automatizar.

Entre otras actuaciones se ha reducido el número de codos de las tuberías, haciéndolas más rectas, para intentar mejorar la fluidez en su interior. También se las rodeó de material aislante para que no disipen el calor, manteniendo así una mayor temperatura en su interior, clave para evitar que el alquitrán se solidifique.