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Mónica Martínez-Bravo Premio Fundación Banco Sabadell de investigación económica

“La desigualdad y la falta de oportunidades favorecen la desafección social”

“Hay que empatizar con las causas del malestar para poder combatirlas” | “Las democracias garantizan el crecimiento duradero”

Mónica Martínez-Bravo.

“Hay que empatizar con las causas de la desafección para poder combatirla”, propone la profesora Mónica Martínez-Bravo (Barcelona, 1982), doctora de Economía por el MIT y premio Fundación Banco Sabadell a la investigación económica. Hoy recibirá el galardón en Oviedo junto al ganador del año pasado: el profesor madrileño Eduardo Morales, doctor en Economía por la Universidad de Harvard. “Las democracias favorecen el crecimiento económico y el desarrollo”, sostiene.

–Ha estudiado las transiciones democráticas. ¿Qué ha concluido?

–Que en las transiciones democráticas, si se permite a los funcionarios públicos designados por el antiguo régimen prolongar su permanencia van a buscar estructuras para captar esferas de poder en la democracia y que en las regiones en las que se produce se desarrollan servicios públicos de peor calidad y mayor hegemonía de élites que perjudican a los ciudadanos. Lo estudié en el caso de Indonesia tras Suharto.

–¿Es mejor entonces la ruptura que la transición gradual?

–La transición lenta puede dar lugar a más estabilidad y que no se revierta la situación con otro golpe de Estado, pero yo alerto de que, si se hace lentamente, quienes están en la esfera de poder intentarán perpetuar esta situación.

–¿Crean más crecimiento las democracias? China se ha puesto como contraejemplo.

–No lo estudié directamente pero conozco trabajos como los de Daron Acemoglu, mi director de tesis, que evidencian que el crecimiento sostenido y prolongado durante cientos de años sólo lo garantizan las democracias porque permiten la “destrucción creativa” no sólo de empresas, sino también de ideas, y esto es una fortaleza.

–La desafección, el malestar social y los extremismos ¿pueden condicionar la economía?

–Por supuesto. Es lo que quiero estudiar en el futuro. Debemos empatizar y entender mejor los motivos últimos de esta desafección y averiguar cómo se puede mitigar porque tiene influencia social y económica. En la lucha contra la pandemia surgen resistencias a la vacunación y a las cuarentenas, y en la lucha contra el cambio climático no se confía en los expertos. Es un problema muy grave. La disciplina económica no profundiza lo suficiente en este malestar. Se atribuye a la crisis y a las noticias falsas.

–¿Hay que entender más que rechazar?

–No es incompatible rechazar estas posturas e intentar entenderlas. Muchos que apoyaban a Trump tenían tendencias racistas. Esto hay que rechazarlo. Pero hay que empatizar con las causas para combatirlas: puede ser la pobreza, circunstancias económicas difíciles o un sentimiento de amenaza a sus valores. Hay ramas de la economía que estudian cómo afectan las políticas públicas al consumo y la renta pero también influyen en los valores y las actitudes.

–¿La desigualdad es una de las causas de la disidencia?

–Hay estudios que apuntan en esa línea y muchas evidencias de que la desigualdad y la falta de oportunidades lo favorece. Hay una gran parte de la sociedad que se siente orillada por el crecimiento económico. Algunos estudios que he realizado sobre las vacunaciones en Pakistán y los rastreadores de contagios de covid en España evidencian que la gestión pública eficiente no sólo es importante para la calidad de los servicios sino también para que la gente no se sienta abandonada por el sistema y no se genere desafección.

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