La campaña más breve llegó ayer a su final, que se parece al de abril en la expectativa de un fuerte aumento de Vox, después no consumado, pero se diferencia en que entonces no existían las perspectivas de bloqueo que ahora amenazan con hacer inútil la repetición electoral. Entre apelaciones al voto útil, al miedo a la ultraderecha, y preguntas no contestadas sobre pactos para superar el marasmo político, los candidatos entraron en la medianoche ayer en el breve respiro de la jornada de reflexión.

Los actos de fin de campaña de los líderes se repartieron entre Barcelona y Madrid.

Sánchez eligió el epicentro de los acontecimientos que pueden tener una incidencia decisiva en que su plan de ampliar la victoria de abril para gobernar con más holgura y someter a Pablo Iglesias haga aguas mañana. Un centenar de miembros de los Comités de Defensa de la República le recordaron a la puerta del recinto en el que congregó a 3.000 personas que el conflicto catalán está muy vivo. El presidente que aspira a dejar de estar en funciones alertó ante una posibles subida los "franquistas" de Vox y se atrevió con la diversidad nacional. "Aquí está la Cataluña que nosotros defendemos. No hay una Cataluña, hay muchas Cataluñas afortunadamente, como no solamente hay una España, hay muchas Españas", dijo sin llegar a la plurinacionalidad. Más dramático, en Valencia, el ministro Ábalos avisó que la elección de mañana es entre el PSOE "o la barbarie", porque el PP "no tiene ninguna opción de gobierno si no es de la mano del fascismo".

Consciente de sus insuficiencias, Casado fue ayer más allá de la persistente apelación al sufragio útil, que sólo es el del PP, y reclamó incluso el "voto prestado" a los electores socialistas, a los de Vox y Ciudadanos . El candidato popular cerró la campaña en el Invernadero de la plaza de toros de Las Ventas, con 2.000 personas dentro y otras 1.500 fuera, según la organización. El escenario propició alguna metáfora taurina, ninguna a la altura de la degradación de Abascal a "novillero" frente al "gran torero" que se la juega en la plaza. Antes del fin de fiesta, Casado cumplió el sueño de su minuto de oro en el debate a cinco de la campaña y entró en la casa de muchos o al menos en su teléfono móvil a través de más de un millón de mensajes de texto pidiendo el voto.

En su última oportunidad de clamar ante la catástrofe que le pronostican las encuestas, Albert Rivera eligió Barcelona, hasta ahora feudo tradicional de Ciudadanos. Ante sus padre, María Jesús y Agustín, muy emocionados, Rivera justificó la elección de la capital catalana por ser el lugar donde "se puso la primera piedra" de un proyecto político ahora amenazado de naufragio. "Aquí nacimos como los salmones, remontando el río", y en esa misma fuerza confía para que mañana se produzca "una sorpresa electoral si los liberales, los de centro y los valientes" van a votar a Ciudadanos.

En el recinto ferial de Madrid, como telonero en el fin de fiesta de Kiko Veneno y de O' Funk'illo, Pablo Iglesias llamó al último esfuerzo para que mañana salga de las urnas un mandato de coalición entre PSOE y Unidas Podemos, que "desbarate el plan" de un pacto con el PP y que a Sánchez "no le quede más remedio" que plegarse a su exigencia de entrar en el Ejecutivo. "Si nosotros estamos fuertes, va a ser la propia militancia del PSOE la que no les va a permitir pactar con el PP, porque, si lo hacen, no vuelven a gobernar en España en su vida", pronostica Iglesias.

El antiguo "número dos" de Podemos, Íñigo Errejón, ahora en vuelo solitario con Más País, eligió su feudo madrileño para instar a sus potenciales votantes a "recuperar la victoria progresista" de abril, "malograda por unos irresponsables", en alusión a Iglesias y a Sánchez.

Vox eligió para el cierre de una campaña cargada de buenas expectativas la madrileña plaza de Colón. Aspiran a dominar más terreno, a ser posible todo, pero de momento se han adueñado de la que "es ya la plaza de Vox", según Abascal, su "talismán". "Hace falta que Vox tenga mucha fuerza, porque si no, al PP y Ciudadanos les tiemblan las piernas" para "echar a Sánchez y a las políticas totalitarias de la izquierda", calienta el líder de la derecha más extrema.