El estado de alarma en el que se halla inmerso el país debido al coronavirus está provocando que la población esté viviendo la situación de excepcionalidad educativa más radical que se conoce desde las grandes guerras del siglo XX. Centros educativos cerrados, alumnado y profesorado recluidos en sus casas, dudas e incertidumbre en torno a los procesos habituales en el sistema educativo -evaluación del próximo trimestre, escolarización del próximo año, prueba de acceso a la Universidad, etc.- han hecho que sean muchas las dudas y otras tantas las respuestas improvisadas a las mismas.

De un día para otro, las clases presenciales han dado paso a sesiones online que los profesores han tenido que preparar en apenas tiempo, y los padres en casa. Y es que, ante esta situación, la normativa y el sentido común han obligado a llevar a cabo un experimento inaudito: el tránsito, precipitado y no previsto, de la enseñanza presencial a la enseñanza online de todo el alumnado, desde Educación Infantil hasta Educación Superior, y en muchos países por todo el mundo de manera simultánea. Según las estimaciones de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), más de 1.500 millones de niños y jóvenes están actualmente sin clase.

Por ello, a mediados de marzo la Unesco lanzó un llamamiento para que se adoptasen recursos de enseñanza a distancia, poniendo sobre la mesa la importancia del papel que estos métodos de aprendizaje pueden desempeñar. Y en paralelo, ha ayudado a implementar programas de educación online a gran escala para que los países los pongan en marcha lo antes posible.

En España, han sido muchos los centros educativos que no se han dejado vencer por las adversidades y han decidido usar diferentes herramientas online para mantener a los docentes en contacto con sus alumnos de manera virtual, sobre todo en Secundaria y Bachillerato. Unos utilizan plataformas digitales para indicarles las lecciones que deben leer y otros recurren al correo electrónico para enviarles deberes y, posteriormente, hacerles llegar los resultados de los ejercicios y que puedan confirmar si los han hecho bien. También están los contenidos virtuales que circulan por la red, caso de vídeos, lecciones online, páginas web, ejercicios resueltos, exámenes corregidos paso a paso...

Muchos maestros coinciden que lo mejor para los escolares en estos días de confinamiento es retomar en la medida de lo posible la rutina, que los pequeños no piense que están de vacaciones ni que pueden estudiar cuando les apetezca. La clave para seguir el curso en casa mientras los centros educativos permanecen cerrados y que el curso escolar no se resienta consiste en respetar en el domicilio, en la medida de lo posible, el mismo horario de clase. En cierta manera, los menores deben imaginar que siguen en el instituto o en el colegio y por ello han de levantarse todos los días -excepto fines de semana- a la misma hora para ir a clase, aunque estén en casa. Deben hacerse un cronograma igual que en clase. Además, las asignaturas tienen que seguir el mismo ritmo, dedicándoles el mismo tiempo, y a la misma hora, explican algunos docentes.

La tentación de pensar que estas semanas son días de asueto es grande, pero hay que plantarle cara si se quieren evitar daños mayores, sobre todo en los niveles más elevados de Secundaria y muy especialmente en Bachillerato. Por ello, hay que intentar ser lo más constante posible y dejarles claro que la única diferencia es que ahora no tienen que arreglarse y pueden ir a clase en pijama desde sus casas.