Mariano Rajoy afirmó ayer ante la plana mayor del PP andaluz, reunida en Antequera, que España tiene en estos momentos «un rumbo» y, tras reconocer que resulta difícil comprobar que las medidas adoptadas no tienen efecto «ni dentro ni fuera» en el corto plazo, el presidente del Gobierno aseguró que lo harán a medio plazo. El Presidente culpó al PSOE de la crisis y dijo que de ellos «no esperamos ayuda».

Aunque los ajustes «no gustan» y recibirán «muchas críticas», si «uno actúa con convicción, sabiendo lo que hace y con la conciencia tranquila, tiene la fuerza suficiente para sacar el país adelante», dijo Rajoy, quien aseguró que «se han acabado las improvisaciones» porque se actúa de acuerdo a un plan y España «tiene un rumbo».

El Presidente dejó claro que las autonomías y los ayuntamientos «tienen» que cumplir, gobierne quien gobierne, como ha hecho la Administración del Estado». Rajoy aseguró que su gran reto es «dar la vuelta a esta situación y que haya crecimiento y empleo». «Nos jugamos el futuro del país, y quien no lo crea así está creando un problema al resto de los españoles», añadió.

El jefe del Ejecutivo afirmó que los Presupuestos son «duros» y «desagradables» pero que «la alternativa era infinitamente peor». Explicó que el recorte necesario para reducir el déficit podría haber sido de 18.000 millones menos este año y de 10.000 menos en el 2013 si el anterior Gobierno socialista hubiera cumplido sus compromisos con la Unión Europea.

Rajoy mostró su sorpresa por que «aquellos que con sus políticas nos han traído hasta aquí no hayan comprendido todavía la situación en la que estamos», en alusión a los socialistas, de los que no espera «ninguna ayuda». Lamentó que son «los que más protestan» por los recortes, y añadió que si España no tuviera deuda pública, los 29.000 millones que el Gobierno va a dedicar a pagar intereses se podrían haber destinado a la mejora de los servicios públicos y a no subir los impuestos, entre otras cuestiones.

Rajoy dijo que tener deuda y déficit no sirve «nada más» que para pagar intereses, por lo que aseveró que reducirlos supone una prioridad de la que «no se va a apear porque sería una irresponsabilidad».

Además de controlar el gasto, Rajoy hizo hincapié en otras prioridades como la reestructuración del sistema financiero, para que «vuelva el crédito» y el impulso de la unidad de mercado, al considerar que las diferentes normas autonómicas restan competitividad a la economía española.

El Presidente defendió la necesidad de eliminar duplicidades dentro de las administraciones y argumentó que en España no puede haber el doble de aeropuertos que en Alemania, ni pabellones deportivos o palacios de exposiciones y congresos «por todas partes».

En cuanto al plan que el Gobierno tiene previsto aprobar en el próximo trimestre contra el fraude fiscal, en la Seguridad Social y en la percepción del seguro de desempleo, Rajoy dijo que no le puede molestar «a ningún español de bien».

Tras destacar que su equipo ha realizado en tres meses más reformas económicas que el PSOE en los últimos ocho años, el Presidente apuntó que «lo malo es que ya deberían estar hechas», con lo que habría unos problemas «muchísimo menores». Rajoy defendió, en concreto, la laboral al afirmar que España no puede tener una legislación en esta materia «de hace más de treinta años», porque «el mundo es distinto y quien no se adapte lo va a pasar muy mal».

El Presidente puso el acento en la extrema dificultad de la situación que atraviesa España y apeló a la convicción y seguridad con la que actúa el Gobierno para superar las críticas y «sacar este país adelante», para que crezca la economía y se cree empleo.

Por último, el PP quiere que las subvenciones a las fundaciones y asociaciones vinculadas a los partidos se reduzcan un 20 por ciento, pero les permite más donaciones privadas.