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Inés Arrimadas, durante un mitin de campaña.EFE

Arrimadas ya tiene su triunfo

El ascenso vertiginoso de Ciudadanos coloca a su candidata frente a la posibilidad de ser la primera presidenta de la Generalitat

Ocurra lo que ocurra en las urnas catalanas el jueves próximo, la abogada Inés Arrimadas (Jerez de la Frontera, 1981) ya tiene en su haber el triunfo de un persistente ensanchamiento de Ciudadanos, sobre el que se auparía hasta rozar la posibilidad de convertirse en la primera presidenta de la Generalitat. Marta Rovira, de ERC, comparte con ella esa potencial circunstancia, aunque por razones muy distintas, vinculadas al encarcelamiento del líder de la formación Oriol Junqueras y al impedimento que ello pudiera suponer para el ejercicio de un cargo ejecutivo.

Ciudadanos asciende en su cuna catalana y algunos sondeos anticipan que será la fuerza más votadas en el espacio electoral donde hasta ahora cosechó sus mejores resultados, muestra probable de un certero conocimiento del terreno en el que se mueve. Cabeza de la oposición en la abrupta legislatura pasada, Inés Arrimadas capitalizó esa posición para convertirse en el correlato femenino de Albert Rivera y su ascenso en estos excepcionales comicios supone una contribución impagable a consolidar a la formación naranja como la peor amenaza para el PP en el ámbito nacional.

Inés Arrimadas es una muestra perfecta de la esencia de Ciudadanos. El suyo por la política fue un interés de brote espontáneo, sin muestras previas de inclinación hacia una actividad que, pese a un padre antiguo concejal de la UCD, incluso generaba recelos en su entorno familiar. Ingresó en 2011 en el partido y desde entonces toda su trayectoria es ascendente, como corresponde a una organización nueva en la que los jóvenes valores encuentran rápido acomodo por ausencia de viejas guardias.

A la candidata Arrimadas le gusta presentarse como alguien que se mueve a contracorriente en un doble frente. Por un lado es la cara visible de un partido que combate sin complejos con el soberanismo, lo que en el frentismo político en que está inmersa Cataluña tiene el efecto colateral de una intensa presión social que desborda con amplitud el terreno de la política. En este último, un mundo muy masculinizado, según su propia constatación, se ve obligada a remar con más fuerza por su condición femenina. En algunos momentos ambas rémoras, la defensa de la españolidad y la de mujer, se suman y la convierten en blanco fácil de algunos que sólo con la distorsiones perceptivas que se dan en el ámbito público catalán pueden pasar por cómicos y poetas.

Frente a la exigencia soberanista de que se vuelva por dónde vino, Arrimadas acredita un sólido enraizamiento, tan fuerte como para dormir con el aparente enemigo. El año pasado, con el independentismo disponiéndose a tomar velocidad de crucero, la aspirante de Ciudadanos se casó con el exdiputado de Convergencia Xavier Cimas, quien anticipándose a las dificultades que le iba a traer el vínculo dejó la política después de una década de actividad.

Arrimadas es una candidata construida frente a sus contrarios y en la campaña actual se lo pusieron fácil. Su cara a cara televisivo con Marta Rovira, la otra potencial presidenta de la Generalitat en el caso de que el soberanismo consiga articular un pacto en el fragmentado Parlament que anticipan las encuestas, permitió que la líder ciudadana desplegara su liviandad liberal frente al credo crudo, lozanía andaluza contra cerrada rusticidad, en un intento de relanzar una Cataluña que se suponía abierta, hasta que los acontecimientos de los últimos meses mostraron lo contrario.

Centrados en la misma clientela, Inés Arrimadas también presenta un contraste acentuado con el candidato del PP, Xavier García Albiol, a quien, según las encuestas, le robará buena parte de los votos. García Albiol está a punto de hundir el suelo electoral de los populares en Cataluña mientras que la "número uno" en la lista de Ciudadanos rompe su techo gracias a los votos perdidos por el PP en esa quiebra, a la incorporación de los nuevos sufragios que anticipan los sondeos por efecto de una participación superior al 80 por ciento y, de forma muy especial, por la alta fidelidad de sus votantes. La sustracción de papeletas al PP es un logro en el que tiene mucho que ver la contundencia con que Rivera exigió intervenir la Generalitat desde muchos antes de Rajoy tuviera intención de hacerlo. El fortalecimiento sobre esa base genera una debilidad, que es la limitación de Ciudadanos para alcanzar pactos poselectorales desde lo que, algunos de sus potenciales socios, consideran una posición en exceso radical para dar salida al conflicto catalán. Así, el éxito de la jovial Arrimadas puede convertirse a la vez en su propio lastre.

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