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Vis a vis con la hermana del Rey

La foto del año será la de la Infanta yendo a visitar a su marido a prisión

Vis a vis con la hermana del Rey

La fotografía del año será la del cuñado del Rey entrando en la cárcel para cumplir una pena de más de cinco años por varios delitos que tienen que ver con quedarse dinero procedente de los impuestos. Aunque, bien pensado, la foto del año mostrará a la hermana de Felipe VI yendo a visitar a su marido en prisión. Cristina de Borbón es la sexta en la línea de sucesión al trono. Los monárquicos argumentarán que debería ocurrir un cataclismo para que la doliente esposa de Iñaki Urdangarín sea coronada, pero hace dos semanas pensábamos que el Gobierno de Mariano Rajoy duraría eternamente, y miren. Hoy tenemos un Ejecutivo que antes indultaría al rapero Valtonyc que al ex duque de Palma.

Monarquía y corrupción quedan indisolublemente ligadas por sentencias que suponen reiterados puñetazos contra la jefatura del Estado. Un escándalo sin precedentes entre las casas reales, pues nunca ha ocurrido que un pariente del monarca vaya a la cárcel, salvo en Arabia Saudí. El rey recibía la noticia en El Escorial y desde su Casa se aludía al escrupuloso respeto a las decisiones judiciales. Los mismos protocolos opacos para afrontar los nuevos tiempos. La supervivencia de la justicia no depende, sin embargo, de su buena reputación, como ocurre con la corona. La infanta Cristina eligió quedarse con Iñaki Urdangarín (malversación, prevaricación, fraude a la Administración, dos delitos fiscales y tráfico de influencias) y ha decidido enrocarse en sus derechos sucesorios. Lo primero puede considerarse lealtad, lo segundo es una declaración de guerra contra los suyos, que nunca la han dejado de lado en realidad, basta mirar las revistas del corazón.

Educada en el respeto a una institución para la que hoy supone su principal amenaza, Cristina de Borbón también ha sido considerada responsable civil, y condenada a pagar una multa. Juzgada con benevolencia, se le supuso ignorante de las estrategias de su marido, pese a formar parte de la empresa que usó el prestigio de la casa real para lucrarse, lo que le valió la absolución. La segunda hija de los reyes eméritos había sido la primera universitaria de la familia, la primera en trabajar por su cuenta, pero resultó un ama de casa ajena al mundo. Esa parte tan marciana del fallo dictado hace un año y medio ha envejecido rematadamente mal, y se entiende peor tras el 8-M en el país de hoy, gobernado por un Consejo de Ministras salido de la sentencia del "caso Gürtel". En él, la mujer de Luis Bárcenas sí compartía los delitos de su marido. El Supremo no ha tenido la tentación de actualizarlo, como era de prever.

Me pregunto si, a un paso de su primer vis a vis, la Infanta fantasea sobre si hubiera podido obrar de otro modo. Persuadiendo a su esposo de que ellos, que ya disfrutaban de privilegios vedados al resto, no necesitaban ser más ricos. Tal vez debió cuestionar la procedencia del dinero. Aunque bien mirado los remordimientos son muy de clase baja.

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