La presidente andaluza, Susana Díaz, que en su día maniobró para defenestrar a Pedro Sánchez del PSOE, se convirtió ayer en una necesaria aliada del jefe del Ejecutivo, con quien se reunió en la Moncloa. Después de que el presidente del PP, Pablo Casado, advirtiera que no apoyará la nueva senda de déficit aprobada el viernes por el Consejo de Ministros -que los populares, con mayoría absoluta en el Senado, pueden bloquear-, Díaz reprochó a Casado que "amenace" a las comunidades "sin haber llegado al despacho de Génova", y le pidió que "no se tire el monte". Díaz reclamó ayer a Sánchez un nuevo sistema de financiación autonómica, pero celebró el "oxígeno" que proporciona la flexibilización de los objetivos de estabilidad presupuestaria (dos décimas de ampliación del déficit), que, en el caso de Andalucía, supone 350 millones. Sumados a los 150 que recibiría la comunidad en concepto de entregas a cuenta, 500 millones más.

Además, Sánchez se comprometió a poner en marcha un plan de empleo para la comunidad, donde la tasa de paro es de un 24,7% (ocho puntos más que la media de España) y el paro juvenil del 48%.