Víctor GUILLOT

Cuatro mujeres, cuatro poderes distintos en el Centro de Cultura Antiguo Instituto. Sentadas en la mesa, a la izquierda, María Antonia Fernández Felgueroso, Procuradora General, le seguía la vocal del Consejo del Poder General y fiscal María de los Ángeles García, después Paz Fernández Felgueroso, alcaldesa de Gijón, y, finalmente, María José Ramos, consejera de Presidencia del Gobierno del Principado de Asturias.

Cuatro naipes femeninos del poder en Asturias y en España, reunidas para escuchar la conferencia de María de los Ángeles García, «La mujer en el poder», dentro de los actos organizados por la Tertulia Feminista «Les Comadres» y la Asociación de Mujeres Sara Suárez Solís. Dice la fiscal y vocal del CGPJ que España, en materia de derechos de la mujer, ha conseguido en muy pocos años llegar a los niveles de progreso e igualdad entre sexos que hay en Estocolmo.

María de los Ángeles se remitió a su educación sentimental para aludir a la sensación de anormalidad que vivía cuando era una niña. Los años cincuenta de su niñez significaron un estigma para las mujeres, que vivían con una total ausencia de referencias propias. No había modelo que no fuera el de la sección femenina. «Sin embargo, no se crean que en Europa, o en el extranjero, como aquí se decía, era mucho mejor. El cine era John Ford y nadie hablaba sobre el feminismo». Sin embargo, aquella niña vivía encandilada con Escarlata O$27Hara. «Qué maravilla de mujer, se casó tres veces, puso una serrería y salvó ella sola Tara, aunque tuvo el vicio burgués de estar enamorada de un tipo tan estúpido como Ashley».

Lo cierto es que la mujer se apergaminaba durante el franquismo, sumida en las tradiciones religiosas y los valores domésticos que infundía el franquismo, entre ellos un sentimiento de culpa que sólo su buen hacer marital podría redimir. Lo cual que la mujer no podía escapar de esa extraña sensación de fardo. «Mucho tiempo ha pasado para que nos podamos quitar ese rescoldo que todavía sigue siendo el machismo entre nosotras», indicaba ayer la fiscal ante un concurrido número de mujeres, para quien «ese pasado cultural explica la conducta de muchas mujeres alienadas y maltratadas. Sólo desde ese sustrato cultural se comprende su alienación».

Para la vocal del CGPJ la ley de igualad es un paso muy importante en la lucha de los derechos de la mujer, «una ley que tiene por finalidad garantizar un espacio de libertad a las mujeres y que contempla una serie de prestaciones y recursos para el desarrollo libre de su personalidad».

Sin embargo, todavía queda mucho trabajo por hacer. La mujer no ostenta el poder y en algunos casos incluso lo está perdiendo. Es el caso de las mujeres en las empresas. La fiscal aportó datos interesantes. Si en el año 2004 el 5,4 por ciento de las presidencias en las empresas eran ocupadas por mujeres, al año siguiente ya no ocupaban ninguna. En el ámbito de los partidos políticos, la presencia femenina es ridícula. Sólo una mujer es presidenta de una comunidad autónoma, el 37,3 por ciento de los concejales son mujeres y sólo un 14 por ciento llega a ser alcaldesa.

El poder mediático no es ajeno a la discriminación que sufren las mujeres. En los diez grandes medios de comunicación de prensa no hay una sola directora. Como mucho son subdirectoras, muy pocas, o directoras adjuntas.

El Poder Judicial también tiene sus propias cifras. De los 88 magistrados que integran el Tribunal Supremo, sólo 6 son mujeres, y eso que la mujer tuvo acceso a la judicatura a partir del año 1967. La primera de ellas se llamó Josefina Triguero.

La vocal del CGPJ reconoció que muchos jueces no habían tenido nunca en su vida una mujer a su lado en el Consejo. «A veces no saben qué hacer. Si hablar, si callar o si invitarte a una copa. Tengo que reconocer que incluso hay alguno que se pone jacarandoso, a su edad».