Dijo en su día el filósofo británico Ludwig Wittgenstein que «lo que se deja expresar debe ser dicho de forma clara; sobre lo que no se puede hablar es mejor callar», y esta cita viene a cuento por el último desahogo epistolar con el que los señores Emilio Noval y Luis de Prado han deleitado a los sufridos lectores de sus reiteradas soflamas de patio de colegio. Hace unos días, ambos escribientes volvieron a incidir por esta vía en su obsesión preferida, la de atacar con una muy parca y repetida gama de epítetos a la presidenta del Partido Popular de Gijón; y también volvieron a mostrar a la ciudadanía de nuestro concejo su peculiar forma de entender la democracia, que consiste, en virtud de sus sabias entendederas, en que quienes logran, como fue su caso, un respaldo de tan sólo el 28 por ciento de votos en un congreso, son los que han resultado vencedores.

Hace unos días, ambos obsesionados e inversamente democráticos señores afirmaron muy ufanos que durante la celebración de la junta directiva local del día 14 de marzo del presente año nuestra presidenta, Pilar Fernández Pardo, había «proferido, sin miramientos, diversos ataques y expresiones despreciativas hacia el actual secretario general, Ángel Acebes». Pues bien, el caso es que un servidor asistió a esa junta, y puedo asegurar que lo hice bien despierto y atento a lo que allí se decía, comunicaba y opinaba, y en ningún momento oí que nuestra presidenta, o cualquier miembro de este órgano de dirección, pronunciase ataque, improperio, palabra malsonante o expresión desacertada aludiendo a Ángel Acebes; como puedo asegurar que, por supuesto, tampoco lo he oído en ninguna junta anterior.

Es más, en la citada reunión no se pronunció ningún ataque, improperio, palabra malsonante o expresión desacertada de ningún tipo, ni referida a unos ni a otros. Parece que los señores Emilio Noval y Luis de Prado hallen sus fuentes de información en los programas que, dirigidos por pitonisas y nigromantes, emiten algunas televisiones, porque, desde luego, contienen tanta veracidad como la creencia de que la Tierra es el centro del universo y el Sol y todos los astros giran alrededor de ella. En una sociedad libre es aceptable que existan personas que, como los señores Noval y De Prado, propaguen supercherías, pero evidentemente no es de recibo que las quieran convertir en un dogma de fe.

El siglo XXI no es el tiempo más apropiado para andar deambulando alegremente entre la Inquisición y el caciquismo, por más que haya quien se crea con más derechos que el resto de los mortales. Aquí lo perfectamente constatable, lo indigno, lo falto de ética (permítanme los señores Noval y De Prado que recurra a su propia terminología) es que los señores Emilio Noval y Luis de Prado, el solitario dúo «abajofirmante» de numerosos empeños por despreciar a la muy mayoritaria voluntad de los afiliados al Partido Popular gijonés, han dirigido una carta al secretario general del partido, Ángel Acebes, al que poco antes le habían presentado una demanda, según ellos mismos aseguraron. Es decir, calumnian, perseveran en su hostilidad manifiesta contra el PP y, para remate, demuestran una incoherencia que entra de lleno en la más triste comicidad.

Aquí lo rigurosamente comprobable es que los señores Noval y De Prado han perjudicado, desde hace mucho, al Partido Popular de Gijón.

Han buscado con terquedad cainita la coincidencia de sus salidas de tono con momentos en los que la imagen que diera el partido a la sociedad era más importante, muy especialmente antes de las citas electorales. Todos sus esfuerzos se han dirigido a atacar a la persona que eligió el 72 por ciento de los votantes de nuestro congreso local. Ni uno solo de sus minutos de «combativa acción política» lo han dedicado a denunciar la mala gestión del gobierno municipal de la izquierda. Ni un solo minuto de crítica al PSOE. Todo su tiempo se ha ido en debilitar al Partido Popular, retorciendo burdamente la realidad y facilitando un día tras otro munición al PSOE, que por supuesto no ha dudado en usarla con la mayor satisfacción.

El proceder de los señores Emilio Noval y Luis de Prado es grave, humanamente innoble y políticamente atentatorio contra el partido, donde el primero ya no es militante. Lo objetivo para el PP de Gijón es que con la presidencia de Pilar Fernández Pardo se ha conseguido el grupo municipal con mayor número de concejales de toda nuestra historia política. Lo objetivo para el PP es que los afiliados han dejado muy claro, en más de una ocasión, el respaldo contundente a nuestra presidenta. Y lo objetivo para la inmensa mayoría de los votantes gijoneses del PP es que los señores Noval y De Prado a lo único que representan es a su soberbia. Poco más se puede decir que lo revelado en una conocida frase del gran escritor estadounidense Mark Twain: «Es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido que abrirla y disipar la duda».

Humberto Gonzali, miembro de junta directiva local del PP de Gijón-Xixón.