L. NOSTI

La llamada ley de la Memoria Histórica protagonizó el acto central de la tradicional cita que, cada año, reúne en el cementerio de El Sucu a familiares, simpatizantes y amigos de los republicanos fusilados durante la guerra civil y el régimen posterior. El que fuera ministro de la República en el exilio, Macrino Suárez, fue el encargado de ofrecer un discurso en el que no faltaron las críticas a la labor desarrollada por los partidos políticos «que son o deberían ser de izquierdas». El motivo, una ley de Memoria Histórica que «nació muerta, puesto que empieza por no reconocer la responsabilidad penal de los asesinatos e ignora el derecho de las víctimas a saber la verdad».

«Ley de la impunidad», «ley de punto final» o «ley de la indignidad» fueron algunas de las denominaciones que Macrino Suárez otorgó a los textos aprobados el pasado mes de octubre y que considera «descafeinados». Pero no fueron los únicos objetos de reflexión. Las nuevas generaciones y su conocimiento de lo sucedido entre los años 1936 y 1975 también se convirtió en objeto de debate, ya que «en ninguna de las numerosas leyes de Educación se recoge que en los libros de texto se reflejen los lados positivos de la República, y no sólo sus errores». Antes de depositar los ramos de flores sobre la Fosa Común II, Macrino Suárez expresó una exigencia: «Es un derecho irrenunciable que el Estado español lleve a cabo las exhumaciones, corra con todos los gastos y lleve a cabo un reconocimiento público a todas las víctimas del franquismo». Una vez finalizado el discurso, la charanga «El Ventolín» interpretó el Himno de Riego y, a continuación, los asistentes caminaron hasta el paredón que, años atrás, fuera escenario de los fusilamientos para cantar, todos juntos y una vez más, la «Internacional».