Desde esta sencilla nota obituaria no se puede decir más que los demás, familiares e infinidad de amigos, no sepan ya. Así pues, estas palabras serán breves, pero sin perder un ápice de emoción y de ternura.

Renunciaste en el pasado mes de abril a unas vacaciones en la costa de Levante para salir procesionalmente en la Semana Santa de Gijón: Jueves, Viernes y Sábado Santos y Domingo de Resurrección, en los que porteaste con sentimiento, diría que con anhelo juvenil y a la vez maduro, el guión de la Cofradía del Santo Sepulcro.

No había protagonismo alguno. Ibas encapuchado como todos, bajo el capillo rojo guardián de tu intimidad, con tus maravillosos 16 años.

Queremos decir con tu ejemplo que hay juventud incógnita con entrega, ilusión y amistad plena. Las mismas señas de identidad las tienen otros muchos, muchos jóvenes a los que, sin duda, no les hace falta para dignificar su valía el ser cofrade y procesionar.

Pero, a todas luces, es un plus enorme en este encantador chaval que nunca presumió de nada ante nadie. Más bien, alardeaba consigo mismo de lo mucho que disfrutaba en el colegio, en su campo de fútbol, en la sonrisa abierta y contagiosa con sus compañeros y amistades, en la cofradía... Eras un buen educando de la Inmaculada.

A su familia y singularmente a su madre Cristina y a su tío Josepín Rubio, ante la situación tan desgarradora que están soportando, y a ti, querido hermano cofrade, desde la Junta de Gobierno el más cariñoso y cálido de los homenajes.