En la balanza de la solidaridad territorial, que equilibra el fiel de la Constitución, no caben componendas como las que negocia el Gobierno en compadreo con los nacionalistas catalanes. Si no se objetiva con criterio social la redistribución de los recursos financieros del Estado entre las distintas autonomías de esta amalgama de territorios en «amagüestu», nos veremos pronto abocados a un escenario incandescente donde los ricos serán cada vez más pudientes y los menos agraciados aún más desvalidos. A Zapatero le van quedando escasos conejos en la chistera y mínimas raciones en el pastel del bien común. En este punto, si no se sigue un criterio redistributivo, lejos de disminuir, las desigualdades se irán ensanchando. Y unas regiones avanzarán a ritmo de locomotora y otras tendrán que hacer el esfuerzo de no descolgarse del furgón de cola. Lamentablemente, la geografía y el atraso confluyen en la franja noroeste, donde urge un frente común, con independencia de banderías.