Cuca ALONSO

La imagen de la Virgen de la Guía, milagrosamente salvada de la destrucción que acabó con su capilla hace 73 años, es la misma que en cada festividad preside las ceremonias del barrio que la venera como su patrona, La Guía. Es una Virgen joven, muy guapa, que lleva un manto azul. Pero en la misa de su onomástica, celebrada ayer en el patio del Colegio del Río Piles, parecía otra. Sus brazos extendidos simulaban una esperanzadora despedida, como si dijera «adiós a este entrañable lugar que con generosidad me ha acogido estos años; el próximo nos veremos en mi casa». Hasta don Pío Sánchez en su homilía se aventuró a decirlo, «al fin, ese día llegará».

A la derecha del altar, rodeada de flores, y el ramu a su lado, la Virgen de la Guía pudo sentir el amor que su gente le profesa; se llenó como nunca la explanada del colegio. La eucaristía estuvo oficiada por Ángel Pío Sánchez, párroco de San Julián de Somió, asistido por Eduardo Fernández, director del Sanatorio Marítimo, y el padre Pedro, el sacerdote agustino que durante 17 años fue capellán del convento de las Madres Agustinas de Villamanín. El Coro Asturiano Gijón, dirigido por Charo Álvarez, ilustró la liturgia entonando la «Misa asturiana» de Mateo Bullón. Al llegar al Gloria, un año más, «el güelín», como cariñosamente llaman sus compañeros a Gregorio Mieres, volvió a sorprender por su magnífico solo de tonada. Hizo las lecturas epistolares Paulino Tuñón, presidente de la asociación vecinal.

En la homilía, don Pío manifestó que la condición de peregrina de la Virgen de la Guía, cuyo refugio es la iglesia parroquial, podría muy bien admitir la permuta de su nombre y en consecuencia llamarla La Guía de la Virgen, ya que tras 73 años de destierro ha conservado intacta la tierna devoción de su vecindario.

Las circunstancias de hoy son distintas, pero hace 2.000 años, María tenía su hogar en Nazaret, pero vio nacer a Jesús en Belén, hubo de huir a Egipto, volver a Jerusalén, hasta llegar al Calvario. «Tantas idas y venidas no han de resultarle nada nuevo», manifestó don Pío, aconsejando que es preciso mantener la esperanza «de que la patrona de este barrio pueda volver a su casa, pronto». Dato muy significativo es que la colecta estaba destinada a la «inminente construcción de la capilla», según anunció Tuñón. En las preces se pidió por las religiosas Clarisas de Villaviciosa, que todos los años hacen ofrendas para que La Guía tenga buen tiempo en sus celebraciones, y vaya si lo consiguen... Éste debería ser un aviso a navegantes para la hostelería asturiana. Tras la consagración, dos músicos muy jóvenes interpretaron el himno de Asturias; Luis Manso en la gaita y Ángela Valenzuela, al tambor. Al final la Virgen fue llevada en procesión, a hombros de sus feligreses por el jardín del colegio, seguida de los sacerdotes, a los que se sumó José Vicente, vicario de San Julián.

Al despedirse, don Pío dio las gracias al colegio, a la comisión de festejos, al coro, a los gaiteros, a Gerardo el carpintero que recompuso las andas de la Virgen... Sus palabras tenían acento de epílogo. Habrá una capilla en 2010. ¿Sabe? -me dijo una señora-, mi marido y yo nos conocimos aquí, en las fiestas de La Guía, hace 56 años, y siempre volvemos. Era el matrimonio González Suárez.