El Museo Antón de Candás, que funciona mediante convenio entre el Ayuntamiento de Carreño y el Principado de Asturias, cumple 20 años. El Museo Antón conserva la obra del escultor candasín, que salvó de la destrucción el retablo del Cristo de Candás y murió en la Guerra Civil por recibir una beca de la familia Albo, en cuya fábrica de conservas trabajaba de joven. Pero también se titula «centro de escultura». De modo que desde su fundación entrega una beca a un artista y así el museo se mantiene vivo y al tanto de las corrientes creativas del momento. Porque un museo no puede quedar en mausoleo del arte, sino en centro de iniciativas culturales.

El vigésimo aniversario del Museo Antón muestra el acierto de sus becas y el recorrido de sus becarios. Porque no se trata de colocar juntas obras que en su día los artistas entregaron como fruto de su investigación artística, sostenida por la beca Antón. Son obras nuevas de artistas que en su día ganaron la beca Antón.

Uno de los más antiguos es Bodo Rau (Simmern, Alemania, 1956), afincado en Salamanca, que recibió la beca Antón en 1991. Varias piezas suyas adornan el jardín del Museo Evaristo Valle. Estas que ahora presenta, del 2008, son placas dobladas de hierro patinado en cera. Dejando atrás las formas estrictamente geométricas de los cubos metafísicos, se acerca Bodo Rau a un paisaje abstracto, lleno de sugerencias.

Julián Bravo (Gijón, 1957) critica los alardes técnicos narcisistas de la arquitectura contemporánea y centra su investigación sobre el encuentro del hombre con la naturaleza que lo acoge. Una naturaleza mudable para un hombre en continuo proceso existencial de cambio. La plancha horadada con silueta humana que muestran dos fotografías constituye un hallazgo notable, de una sencillez difícil de lograr.

La roca marina tallada por Javier del Río (Gijón 1952-2004) en 1996 guarda ese encanto emocionado que la transforma en autorretrato y relieve funerario de cara al mar. El mármol blanco de Carrara, tallado a modo de cristal por Tadanori Yamaguchi (Nagoya, Japón, 1970) parece absorber la luz de la sala y está pidiendo sitio en un jardín zen.

La cara sonriente del «smiley» (icono creado en 1963 por el diseñador Harvey Ball y con distintos recorridos hasta ahora) se aplica al golf («Smiley deportista», 2009) y expresa la satisfacción de la bola que entra en el hoyo. Xana Álvarez Khale (Gijón, 1966) investiga con toques de ironía acerca de la escultura pública y su función en el paisaje. Amancio González (Villahibiera de Rueda, León, 1965), beca Antón de 1993, ha enviado dos dibujos del 2007 («Caleidoscopio» y «Bautismo»). Amancio está ya ligado al entorno de Candás, pues su hombre primitivo en bronce, instalado en los jardines del museo, nos hace preguntas incómodas para las que no tenemos respuesta prefabricada.