R. VALLE

José María de Tineo y Ramírez de Jove, teniente general de los reales ejércitos y gobernador militar de Ceuta, recibió en 1747 de Fernando VI el título nobiliario de marqués de Casa Tremañes. El conjunto palaciego que lleva su nombre dejará en pocos meses de ser una propiedad privada, oculta a la mirada de los curiosos tras un muro, para convertirse en un gran parque público para los vecinos de la parroquia gijonesa.

El Ayuntamiento está a punto de cerrar una operación de permuta con los actuales dueños que, además de hacer público el parque, pondrá a disposición del gobierno municipal la edificación señorial de dos plantas que ahora cuidan unos guardeses en nombre de unos propietarios residentes en Madrid. El destino del palacio será decidido en los próximos meses por el Ayuntamiento de Gijón.

Los jardines del antiguo palacio de Tremañes siguen así la estela de otros espacios verdes privados que ahora son de dominio público como el parque del Lauredal, entre los barrios de La Calzada y Jove, que surgió de las posesiones de la familia Paquet en la zona oeste gijonesa, o la finca de La Isla, incluida ahora en el espacio singular del Jardín Botánico Atlántico, pero que fue propiedad inicial de Florencio Valdés Menéndez.

El geógrafo Rodrigo Álvarez Brecht ha sido la última persona en narrar las bondades de los jardines de este palacio dentro de su recién publicado libro «Jardines privados de Gijón». Allí habla de «este pintoresco conjunto de árboles, estatuas y praderas» donde tiene especial protagonismo un parque de cuatro parterres dispuestos en cruz griega y adornados con varios naranjos que le dieron el nombre de «patio de los Naranjos».

Pero la decoración arbórea sigue con tejos y cedros del Líbano y del Himalaya que se acompañan de tilos, laureles, magnolios, fresnos y olivos y no le restan protagonismo a hortensias, rosales y plantas de temporada. En su estudio, Álvarez Brecht también hace mención a la multitud de estatuas y motivos alegóricos que se reparten por la finca con especial relevancia «de un San Antonio, el "Discóbolo" de Mirón y las columnas que inauguran el paseo de los cipreses del fondo que es conocido como la cortina de los cipreses. Al parecer fueron traídos de una exposición de París».

El edificio, que ahora se incluye en el Catálogo Urbanístico de Gijón como elemento de protección, es una casa señorial de dos plantas con entrada monumental y bancos de piedra. El complejo incluye un claustro, una capilla, un salón con piano e incluso una habitación para fumar. El palacio fue construido a mediados del siglo XVIII, reformado en el XIX y restaurado en los años setenta del siglo pasado. Incluso, los operarios del plan Piles incluyeron en sus actuaciones de los años noventa el arreglo del cierre perimetral del complejo palaciego, que, tras ser utilizado por los herederos del marqués de Casa Tremañes, fue hogar de la familia del dueño de la fábrica de vidrios La Bohemia. Los vecinos de la parroquia llaman a este palacio el de la Torre, por su ubicación en un altozano del barrio de La Torre, muy cerca del poblado de Santa Bárbara.

Pese a su actual imagen de barrio industrial, Tremañes esconde un pasado de área residencial para familias adineradas que buscaban un lugar de descanso y ocio. El geógrafo Javier Granda recuerda en un reciente trabajo sobre Tremañes la existencia de otras casonas importantes como la quinta «Valle», que hoy es sede de la Fundación Laboral de la Construcción; la quinta «Buenavista», propiedad de la familia Juliana, y la quinta «Rabanal», que después tuvo la denominación de «Rubín», en Lloreda. Esta casa solariega tenía una capilla particular que se abría a los vecinos en la festividad de la Virgen del Rosario.