J. M. CEINOS

En la cima de la Campa Torres, con la desembocadura del río Aboño por el Oeste y la ensenada de El Musel al Este, se creó Noega, el primer antecedente de Gijón. Fueron los cilúrnigos (caldereros), dedicados al comercio y a la fundición de metales quienes se asentaron allí por los menos siete siglos antes de Cristo. Luego vendría la romanización y la creación, en el itsmo de Cimavilla, de Gigia, la ciudad romana que acabaría por eclipsar, con el paso del tiempo, a Noega.

Continuará mañana el viaje a través del devenir de la ciudad y de los gijoneses en las páginas del segundo tomo de «Historia de Gijón», proyecto editorial de LA NUEVA ESPAÑA que, por primera vez, aborda con rigor y de una manera muy didáctica todo el largo viaje desde que los primeros hombres y mujeres se asentaron entre los montes Deva y Areo.

Escrito por los historiadores José Luis Maya González y Francisco Cuesta Toribio, «Gijón prerromano», que es el título del segundo tomo, se estructura en tres grandes apartados, el primero dedicado a describir los castros y el poblamiento gijonés, así como el sistema defensivo, las viviendas prerromanas o el aprovisionamiento de agua. El segundo gran apartado lo dedican los dos historiadores a Noega, para dar paso después a sus pobladores: los cilúrnigos, los primeros gijoneses, con especial mención a su actividad de comercio marítimo gracias a que dominaban la ensenada de El Musel. Termina el segundo tomo de «Historia de Gijón» remitiendo al lector «hacia el mundo romano», que será del que se ocupe el tercer volumen, escrito por la especialista Carmen Fernández Ochoa.

Pero, volviendo al segundo tomo de la colección, sus autores aseguran en el mismo que uno de los factores que más llaman la atención, a primera vista, es el escaso número de poblados castreños presentes en el territorio de Gijón que, con plena certeza, se reducen exclusivamente a tres (...) De los tres castros reconocidos sólo uno, el de la Campa Torres, es costero, mientras que los restantes, Castiello de Bernueces y Serín, se encuentran distribuidos en zonas que permiten un mejor aprovechamiento agropecuario. La información que poseemos sobre estos poblados es muy desigual, pues mientras en el primer caso las excavaciones iniciadas en 1978 han permitido un conocimiento bastante amplio del yacimiento, en Serín se han realizado algunas investigaciones puntuales no publicadas, y Bernueces nunca ha sido objeto de un estudio sobre el terreno». Asimismo, José Luis Maya y Francisco Cuesta aseguran que «de los tres castros gijoneses, dos de ellos estuvieron defendidos por fosos. La Campa Torres cuenta con un enorme foso tallado en la roca mediante cortes de sección en U y V, que alcanza una anchura máxima de 18,50 m en su extremo oriental y va disminuyendo de grosor hacia occidente».

El tomo «Gijón prerromano» estará mañana, domingo, en los quioscos. Se vende con el periódico dominical al precio de 5,95 euros.