J. MORÁN

«Me presta tanto venir a Gijón...», expresó ayer el arzobispo Jesús Sanz Montes en su primera visita a los feligreses de la Villa de Jovellanos. El mitrado, que inició su ministerio episcopal en Asturias el pasado 30 de enero, presidió ayer una misa en la parroquia de San José, que se llenó de fieles que al final de la celebración ovacionaron al pastor y le saludaron personalmente.

Justo antes de la misa, Sanz Montes comentó a LA NUEVA ESPAÑA que su experiencia más destacable en este primer mes largo de su pontificado era que «me impresiona la cordialidad y la acogida de los asturianos, y no lo digo por cortesía ni por acudir al tópico, ya que lo estoy viviendo». En su homilía, el Arzobispo dedicó una primera parte a presentarse ante los feligreses. «Vengo de Madrid, donde nací hace 55 años; tenía 9 cuando les dije a mis padres y a mis abuelas que quería ser sacerdote; como fraile franciscano he estado en diferentes lugares y hace seis años fui nombrado obispo de Huesca y de Jaca; antes, mi quehacer había sido la Teología, como profesor en Madrid y Roma; ahora estoy en Asturias, esta tierra tan querida».

Sanz Montes celebró la misa acompañado por 30 sacerdotes de Gijón y por cinco seminaristas que esta semana realizan una campaña de difusión en la ciudad del centro de estudios teológicos de Oviedo. En el altar del templo de San José acompañaron también al Arzobispo miembros del consejo del arciprestazgo de Gijón, preferentemente laicos. Uno de ellos leyó el saludo inicial al Arzobispo, al comienzo de la misa, y manifestó que los católicos gijoneses habían pedido a Dios un obispo con «santidad, sabiduría, tacto, sensibilidad y cercanía». «Eso mismo pido para mí», agregó Jesús Sanz Montes en su homilía, en la que también comentó que antes de la misa había visto por las calles «el ir y venir de los gijoneses» y había escuchado «el murmullo del mar». A ello añadió que «me presta venir a Gijón».