M. C.

Hasta hace unos días Carmen Ngundi Cordero, una madrileña de 39 años afincada en el barrio de Laviada, sólo conocía las comisarías de Policía por lo que había visto cuando iba a renovar el DNI y por las referencias de su abuelo materno, un guardia de asalto de la República que tras la Guerra Civil acabó en la Policía Armada. Eran otros tiempos, en los que Guinea, de donde es originario su padre, era una colonia española. En la madrugada del pasado viernes tuvo la oportunidad, contra su voluntad, de ver de cerca los calabozos de la Comisaría de Gijón tras ser detenida por un conflicto en la oficina de denuncias. Pasó más de 24 horas en Comisaría, recuerda.

Carmen Ngundi acudió poco después de la medianoche del jueves al viernes a la Comisaría próxima a su domicilio para presentar una denuncia, al creer que le habían robado el coche. Los agentes la informaron de que el vehículo se lo había llevado la grúa municipal, y a partir de ahí las versiones de ambas partes son diametralmente opuestas.

Según la mujer, el lío empezó cuando uno de los agentes le dijo que no tenía por qué apuntarle en un trozo de papel la dirección del depósito de vehículos municipal. Ella cogió un bolígrafo que estaba en la mesa del agente y un trozo de papel. El policía le quitó el boli y a partir de ahí el asunto se disparó.

Tras varios dimes y diretes, Carmen Ngundi intentó abandonar la Comisaría, pero acabó reducida y esposada. «Un policía con barba y canoso me puso el puño en la cara y me senté. Les dije que eso era un abuso de autoridad. Entonces me retorció el brazo y me tiró al suelo, poniéndome la rodilla en la espalda, mientras otro me retorcía la otra mano», señala mientras exhibe un parte del Hospital de Cabueñes, al que acudió el sábado, con diagnóstico de «policontusiones». También sostiene que tuvo que escuchar más de un comentario de los agentes alusivo a sus raíces africanas.

El sábado por la mañana, después de más de 24 horas en los calabozos, fue puesta a disposición judicial. El juez de guardia la dejó en libertad sin tomarle siquiera declaración, al entender que los hechos de los que se la acusa son una falta, si bien la Policía indicó ayer que la arrestaron al entender que se trataba de un supuesto «delito de desobediencia grave». Respecto al tiempo que tardó en pasar al Juzgado, la Policía sostiene que «cuando acabó de tramitarse el atestado se puso a disposición judicial». La Policía recalca que la detenida no solicitó un hábeas corpus ni ha denunciado los supuestos hechos de los que acusa a los agentes, mientras que el juez sí ha apreciado indicios de una infracción en su actitud.

En otros aspectos, la versión de la Policía también es opuesta a la Ngudi. Según la Comisaría, se comportó de manera «desafiante y muy hostil, insultando a los policías, y cuando se le dijo que abandonara las dependencias policiales, no quiso». También, según esta versión, se negó a identificarse y fue la mujer la que se tiró al suelo.

Carmen Ngundi acudirá a un abogado para valorar si denuncia a los agentes. Ayer no tenía ningún reparo a que una fotografía suya acompañara esta información. Su madre, sí, ante el temor a represalias: «Sé cómo funciona esto, todo sigue más o menos igual», señala Mercedes Cordero, rememorando historias del viejo guardia de asalto.