J. M. CEINOS

Anda estos días el Ayuntamiento de Gijón atareado entre decidir la contratación definitiva del servicio de arquitectura para el proyecto y la dirección de la obra del futuro gran museo de la villa -que se ubicará en la antigua Fábrica de Tabacos-, y los más enjundiosos cambios en la red del transporte urbano que gestiona Emtusa, mientras en la ampliación de El Musel prosiguen las obras de la que será una nueva joya de la corona portuaria: la planta de regasificación de gas natural. Por ello, es menester recordar algunos episodios de la historia local, volviendo la vista a los periódicos de los veranos de 1965 y de 1966, con indudable relación con la actualidad.

No fue Gijón, ciertamente, una población preocupada excesivamente en levantar museos en el pasado, tal vez por su condición de centro fabril. No obstante, como relató Luis Miguel Piñera en las páginas de LA NUEVA ESPAÑA del 26 de febrero de 2004, en el año 1904, el 12 de agosto, varios concejales elevaron al resto de la Corporación Municipal una proposición para llevar adelante el proyecto del denominado entonces Museo Artístico Industrial de Gijón. Pero la idea no fructificó y la ciudad se quedó sin el museo.

Tras la Guerra Civil empezó a madurar otra vez el proyecto de levantar un museo en Gijón, cuya materialización tardaría varios años, hasta que el 29 de junio de 1966, festividad de San Pedro Apóstol, se inauguró la que puede considerarse la primera instalación museística de Gijón: el Museo Internacional de la Gaita, que tuvo su primera sede en la planta baja del viejo Instituto de Jovellanos, recinto en el que el año anterior, el 18 de julio, se abrió la primera pinacoteca municipal.

«Las dos salas que integran la pinacoteca se encuentran, una a la entrada del viejo Instituto, y otra en el patio interior, a la izquierda. Las dos han sido muy bien acondicionadas, con la dignidad que es preciso para albergar una serie de obras artísticas de gran interés», contó a sus lectores el periódico local «Voluntad» en su número del martes 20 de julio.

Una inauguración que, entonces, quedó empequeñecida por otra que había tenido lugar el día anterior. Vamos a «Voluntad» del 18 de julio: «Inaugurado ayer el balneario central, quedará hoy abierto al público». Era, claro, el de la playa de San Lorenzo, habilitado bajo tierra «en la zona de "Miami", que, como es sabido, ha sido construido por encargo del Ayuntamiento con una inversión de seis millones de pesetas, cantidad en la que se incluye el importe de la construcción de un pasadizo subterráneo que comunica este balneario con la acera de laplaya en la avenida de Rufo Rendueles». Y seguía la información: «Cuenta con 250 cabinas para caballeros y 150 para señoras. Tres mil personas pueden guardar en él sus ropas. Estará abierto de 9.30 de la mañana a 6.30 de la tarde».

Saltando un año en el tiempo llegamos al 29 de junio de 1966, cuando «con toda solemnidad y gran animación se celebraron las fiestas patronales de nuestra ciudad en honor de San Pedro Apóstol, que desde hace muchos años habían dejado de festejarse», relató en sus páginas «Voluntad» el día 30.

Aquel día de San Pedro fue el señalado para la inauguración no sólo del Museo Internacional de la Gaita, también para poner en marcha un, entonces, moderno servicio de transporte público de viajeros. Y para «mejor servicio de los usuarios», según antetítulo de LA NUEVA ESPAÑA en su número del 30 de junio de 1966, «ayer entraron en funcionamiento seis microbuses Avia de las líneas urbanas».

Poco más de dos años después de que fuera suprimido el servicio de tranvías (el último circuló el 12 de mayo de 1964), los gijoneses podían presumir de «los seis microbuses Avia que Tunisa -empresa concesionaria de los transportes urbanos gijoneses- ha adquirido como solución al grave problema de transporte que ya es estaba haciendo crítico en la villa».

Los «micros» fueron destinados a una sola línea, entre la Estación del Norte y el puente del Piles, con una frecuencia de 7 minutos, previa bendición efectuada el 28 de junio. Los vehículos estaban dotados de un sistema innovador para la época: tornos controladores con los que el conductor podía conocer en todo momento el número de viajeros, ya que, como relató LA NUEVA ESPAÑA, «las paradas son discrecionales, siempre que queden plazas libres». Una novedad en el transporte urbano que destacaba el periódico: «Gijón es la primera ciudad de España donde han entrado en funcionamiento estos microbuses Avia».

Respecto al Museo Internacional de la Gaita, en «Voluntad» del 30 de junio, una vez descritos los actos religiosos en honor de San Pedro Apóstol, se informaba de que «por la tarde, a las seis, se inauguró el Museo de la Gaita en los locales del viejo Instituto, y a continuación el Museo Etnográfico de Cabueñes, compuesto por cerámica negra» y que estaba situado en la citada parroquia rural.

Para nutrir los fondos del Museo de la Gaita, además de los instrumentos musicales pertinentes, también se recibió entonces, y lo contó «Voluntad» el 28 de junio, «una reproducción del "Gaitero de Gijón" que figura en el monumento a Campoamor situado en el parque del Retiro en Madrid. Esta escultura es obra de Coullaut y fue realizada en 1916».

Otra noticia cultural de alcance para Gijón no tardó en llegar. A las seis columnas de la plana, en LA NUEVA ESPAÑA del 2 de julio de 1966 se informaba: «Cuatro millones y medio de pesetas para reconstruir la casa natal de Jovellanos y dedicarla a museo», y de sumario: «Las obras serán subastadas inmediatamente». La reconstrucción de la casa del patricio la había acordado el Consejo de Ministros, en sesión celebrada en Barcelona, y el «redactor en Gijón» de LA NUEVA ESPAÑA explicaba a sus lectores: «Así, pues, esto significa que por fin va a llevarse a cabo la remodelación de la casa natal de Jovellanos para Museo de la villa de Gijón». El museo tardaría algunos años en abrir sus puertas. Fue el 6 de agosto (día jovellanista por excelencia en Gijón) de 1971, con el médico Luis Cueto-Felgueroso Granda como alcalde de la villa.

Aunque la noticia importante para la ciudad industrial y su porvenir, entonces ya empeñada en levantar la gran planta siderúrgica de Uninsa, fue la que publicaron los diarios el 30 de junio de 1966: «Será construida en Gijón una central térmica». Al día siguiente, 1 de julio, con todos los datos en la redacción, LA NUEVA ESPAÑA informaba a sus lectores de que «tendrá una potencia de un millón de kilovatios la central térmica que se construirá en Gijón (...) La empresa promotora es Hidroeléctrica del Cantábrico».

La térmica sería levantada donde aún sigue rindiendo kilovatios a la red eléctrica, en el valle del río Aboño, mientras que en el Ayuntamiento de Oviedo, con galantería, agradecían al de Gijón la donación de varios cisnes para el parque de San Francisco. Y es que la Comisión Municipal Permanente del Ayuntamiento de Gijón, en su reunión del 28 de junio, había acordado «darse por enterada de la comunicación del alcalde de Oviedo trasladando acuerdo de la Permanente del mismo agradeciendo la donación de palmípedos con destino al parque de San Francisco» (LA NUEVA ESPAÑA, 1 del 7 del 66).