Pablo TUÑÓN

El dinero nunca deja de moverse en el hipódromo de Las Mestas. Y no solamente por todo lo que corre con las apuestas. Varios comercios, instalados dentro del recinto, tratan de hacer su agosto en los comienzos de septiembre aprovechando el tirón del concurso de saltos. Siempre apetece comerse una hamburguesa a mediodía o tomarse un mojito en la nueva terraza «chill out».

Pero hay caprichos difíciles de alcanzar. Israel Manzano está presente por primera vez en el hipódromo de Gijón con un buen puñado de antigüedades y adornos. «Voy a los principales concursos porque aquí hay gente con capacidad económica», explica Manzano, que asegura que vende a muchos jinetes y personas de su entorno. En su puesto se pueden ver desde grandes esculturas de garzas y, por supuesto, caballos, hasta antiguos espejos y muebles. Los precios alcanzan hasta los 15.000 euros, algo que sólo algunos se pueden permitir.

Lo que sí está al alcance de todos, porque es gratuito, son los hinchables para los niños. Decenas de críos saltan, corren y se divierten subidos en ellos mientras sus padres observan la competición y apuestan por los caballos. «A las 18.00 horas llegamos y ellos se fueron directos a los hinchables», explica Iñaki Puebla que, junto a su mujer, Sonsoles, observa a sus dos hijos, Álvaro y Manuel, jugando sobre las colchonetas antes de que empiece la próxima serie. «Uno de ellos tiene dos años y medio y lo dejamos aquí pero estamos pendientes de él», proclama Sonsoles que afirma que va al hípico «porque le gusta a mi marido».

Eugenia Corugedo, Natalia Cuenco, Elena Fernández y Gloria Sánchez son un grupo de jóvenes que acuden al concurso desde hace años. «Venimos desde pequeñas y apostamos algo de dinero», explica Corugedo. «Sí, pero yo nunca he ganado», matiza Fernández por detrás. Sus amigas, sin embargo, aseguran tener algo más de suerte que ella. El ambiente del primer día del concurso, con 6.500 personas que pasaron por taquilla, no estuvo nada mal como comienzo, aunque lejos del lleno absoluto. Paz Fernández Felgueroso, alcaldesa de Gijón, se mostraba contenta con lo que presenciaba. «Hay mucha gente, esto está animadísimo», proclamaba con una sonrisa en la boca mientras paseaba por el recinto junto con la concejala de Servicios Sociales, Esperanza Fernández, y la de Participación Ciudadana, Pilar Pintos.

Poner en marcha toda la maquinaria del hípico no es fácil y para ello se cuenta con unos 153 trabajadores, de los cuales la mayoría se encuentra en las taquillas de apuestas. Uno de ellos se llama Ángel Argüelles, que trabaja por cuarta vez en la taquilla de las triple gemelas, la modalidad en la que se apuesta mayor cantidad de dinero. «Se han jugado unos 11.000 euros en esta oficina, algo menos que otros años, pero que está bien para ser el primer día», explica. La triple gemela mínima cuesta tres euros, pero hay gente que realiza alguna de incluso 500 euros. Se trata del hípico, así que corra el dinero.