A. RUBIERA

Una decisión inaceptable y falta de apoyo real. Es el reproche que ayer dirigieron dieciséis representantes de alumnos de la Universidad de Oviedo, miembros del Consejo de Estudiantes (órgano formado por 45 portavoces) e integrantes, además, de todos los órganos de dirección de la Universidad de Oviedo, al presidente del Consejo de Estudiantes, Rubén Menes, por haber mostrado en el Ayuntamiento «de forma unilateral y unipersonal» su apoyo y el del órgano al que representa a que la «Semana negra» se celebre en el campus gijonés. Ese apoyo quedó vinculado a que se extremen las medidas de seguridad durante la celebración del ferial y se evite coincidir con fechas académicas.

Pero los compañeros de Menes en el Consejo no están dispuestos, ni siquiera con condicionantes, a que éste se pronuncie sobre una tema que «no ha sido consultado al órgano de decisión de los estudiantes que es el pleno del Consejo», señalan. «No decimos que haya oposición o no, sólo que no ha sido consultado», insisten. Y eso que el pasado día 2 se celebró el primer pleno del año, una reunión en la que «en ningún momento se votó o se debatió esto», explica Adrián Arias, uno de los participantes. Arias reconoció que Menes «nos informó que estaba de acuerdo con la instalación del ferial porque dijo que lo había hablado con muchos estudiantes. Pero no hubo más debate; de hecho, lo zanjó diciendo que no era un tema importante para la Universidad», contó.

Con el respaldo de 16 integrantes del Consejo, y a través de un comunicado, Arias y el resto de «críticos» sostienen que «la decisión del presidente y de sus secretarios responde a otros intereses» que no son los de los estudiantes universitarios asturianos. Pero, sobre todo, la crítica se centra en «la forma de actuar de Rubén Menes, unilateral y unipersonal, y que es una constante». Con los riesgos que ello comporta, como el hecho de que «tiene inmerso al órgano del Consejo en un procedimiento de reclamación judicial» debido al impago por una espicha universitaria que se celebró el pasado año en la zona del Palacio de Deportes de La Guía, y que acarreó un coste de 6.000 euros. «Fue un empecinamiento suyo que resultó ruinoso y ahora nadie quiere aprobar esa factura», asegura Arias.