Constantino Suárez no tuvo que salir de su Gijón natal para convertirse en reportero de guerra. Las vicisitudes de la historia bastaron para transformar a este retratista de la vida cotidiana gijonesa con estudio en el número 18 de la calle Instituto durante los años veinte del siglo pasado en uno de los más destacados fotoperiodistas de la Guerra Civil española. Su trabajo ha traspasado la época que le tocó vivir para convertirse en un ejemplo a seguir por los fotoperiodistas de las nuevas generaciones.

Pero ese reconocimiento público y profesional a Constantino Suárez llegó demasiado tarde para quien murió en soledad en febrero de 1983, en la misma ciudad que le vio nacer en 1899 y hacer la mayor parte de sus miles y miles de fotografías. La Junta de Gobierno del Ayuntamiento de Gijón, integrada por los ediles del PSOE e IU como socios de gobierno, decidía hace escasas fechas compensar parte del olvido que ha rodeado al fotógrafo dando su nombre a un parque situado en la calle María Cristina del barrio de El Coto.

El honor impulsado desde el gobierno municipal ha movilizado a los «nietos» de cámara de Constantino. La Asociación Profesional de Fotoperiodistas Asturianos (APFA) quiere aprovechar la incorporación de Suárez al callejero local para realizar una serie de actos que recuperen para las nuevas generaciones su obra y pongan en valor su trayectoria profesional. La intención es hacer coincidir la inauguración del parque con una exposición que podría tener como escenario el propio parque o las actuales instalaciones municipales que ocupan la vieja cárcel de El Coto, donde Suárez pasó varios años como «recompensa» por haber sido el único reportero gráfico de la Asturias republicana.

«Queremos hacerle llegar nuestra felicitación y agradecimiento por el reconocimiento público que supone dar el nombre del fotógrafo gijonés Constantino Suárez a un parque de nuestra ciudad», se lee en la misiva que el presidente de APFA, Marcos León, ha hecho llegar a la Junta de Gobierno en favor de «dar a conocer la figura de uno de los más destacados reporteros de la Guerra Civil española». Esta misiva es el principio de un trabajo conjunto para que nombre, parque y exposición puedan caminar en paralelo para confluir en un mismo acto de homenaje al fotógrafo.

El Ayuntamiento inició en 1992 el trabajo en favor de la obra de Suárez con la compra de una colección de 9.000 negativos para poder custodiarlos e integrarlos en el patrimonio de la ciudad. Negativos donde se ve el trabajo de Suárez en plena contienda bélica, pero donde también tienen protagonismo sus visualizaciones de calles, eventos deportivos, fiestas o encuentros familiares.

Suárez se vinculó a la fotografía con sólo 14 años al entrar a trabajar como aprendiz en los estudios de Fernando Villanueva. Sus primeras enseñanzas teóricas las encontró en la sección de fotografía del Ateneo Obrero de Gijón. Al iniciarse la década de los veinte se independiza, abre estudio propio, empieza a recorrer las calles de Gijón para dar testimonio del día a día de su vida y se afilia a la Sociedad de Fotógrafos de Prensa. Como redactor gráfico publicó en la Editorial Estampa, la agencia «Keystone» y los diarios «La Prensa», «El Noroeste» y «Región»

El historiador local Luis Miguel Piñera recuerda en una de sus publicaciones que «como corresponsal de guerra recorre Suárez la retaguardia y los frentes dejándonos multitud de negativos con imágenes tristes y de denuncia -de la guerra y también de los sucesos de octubre de 1934-, pero todas con un singular estilo estético». Su profesión y posicionamiento ideológico le llevaron a las cárceles de El Coto y Burgos hasta mediados los años cuarenta. Al recuperar la libertad malvivió como fotógrafo callejero de manera casi clandestina, ya que se le denegó el carné profesional. Se retiró con una pensión mínima en 1975 y murió en 1983. Quedaban como legado, y quedarán para siempre, sus fotografías.