Gerente de Atención Primaria del Área V

A. RUBIERA

Antonio Molejón lleva casi tres años al frente de la organización de todos los centros de salud del área V. Esa organización la ponen ahora en tela de juicio los vecinos del Polígono, Nuevo Gijón, Perchera, Roces y Montevil, por las alteraciones de médico y de centro de salud que van a afectar, a partir del día 11 de abril, a casi 6.000 personas. Las protestas ya están en marcha, pese a que Molejón no ha escatimado explicaciones en los foros vecinales. El gerente de Atención Primaria entiende las reticencias a los cambios, pero insiste en que «nada se debe a un capricho y, sobre todo, no hay un empeoramiento de la sanidad en Gijón. Con esta reorganización, al final, vamos a tener más recursos en el área y mejor distribuidos».

-¿A qué se debe tanto cambio?

-Hace ya varios años hubo una modificación en el mapa sanitario gijonés y se establecieron unos límites diferentes entre la zona básica de salud que atiende el centro de Perchera y la que atiende el de Roces-Montevil. Hasta ahora no se había podido ejecutar ese cambio, que es laborioso y obliga a que unas 3.000 personas pasen, por unas cuestiones de proximidad física y mejor distribución del área, del centro de Perchera al de Montevil. A eso se suma que en este último centro teníamos unos cupos muy sobredimensionados y creciendo. Y al incorporar a 3.000 personas más obligatoriamente hubo que incrementar la dotación de plantilla. Lo que hemos hecho es acompañar los recursos a donde va la población, así que un médico y una enfermera pasan también de Perchera a Roces-Montevil. Y como esa incorporación es insuficiente para mantener las ratios dentro de los márgenes razonables, además del médico que se mueve hemos creado una plaza más. De tal forma que Roces-Montevil pasa de tener cinco médicos, a tener siete, y Perchera pasa de 10 a 9 médicos, pero cada uno va a tener unos 100 pacientes menos de promedio, lo que también beneficia la atención.

-Si cambian 3.000 personas de centro, ¿por qué afecta a casi 6.000 pacientes?

-Hay 3.000 personas que se mueven de una zona a otra; a eso hay que sumar los que estaban en Perchera con el médico que se va, y que no se trasladan con él. Suman 1.400 más, que se tienen que redistribuir entre los médicos que quedan en el centro. Y, además, en Roces-Montevil todos los cupos están muy sobredimensionados, con una media de 2.100 pacientes por médico, algo que no es recomendable. Ahora, al llegar nuevos facultativos, se pueden compensar mejor esos grupos y repartir pacientes. Todo eso suman los 5.500-6.000 usuarios implicados.

-¿Más médicos en total y menor cupo, seguro?

-Sí. Cada médico tendrá menos población que atender y, por tanto, podrá haber una prestación de mayor calidad. En parte, eso es lo que motiva todos estos movimientos.

-¿Por qué cambiar el área y obligar a moverse a algunos vecinos de Perchera?

-Porque cuando se creó el nuevo centro de Roces Montevil se entendió que había un grupo de calles (en el límite de Dolores Ibárruri) a las que les quedaba más próximo y más accesible el nuevo centro.

-Pero no todo el mundo ve ese beneficio. ¿Para qué hacerlo?

-Estamos aplicando una norma que es de obligado cumplimiento pero, además, creemos que al final ganan las dos zonas.

-¿Qué pide a la población?

-Esta semana empezarán a llegar las cartas a los afectados y vamos a pedirles que den una oportunidad para contactar y conocer al nuevo profesional que les corresponda. Si transcurridos tres meses no están contentos podrán solicitar el cambio.

-¿Se podrán pedir retornos del centro de Roces-Montevil al de Perchera?

-Pasados tres meses, sí. Pero no es lo mismo pedir cambio de médico en el mismo centro que trasladarse de zona. En este caso, al tratarse de un cambio de centro de salud, se requiere una aceptación voluntaria y explícita, mediante firma, del médico implicado. Muchos profesionales no aceptan pacientes de fuera de su zona porque eso les obliga a la atención tanto en el centro como en el domicilio, y es una responsabilidad añadidad que no se puede exigir.

-¿Teme el conflicto vecinal?

-Entiendo que haya una cierta sensación de pérdida por parte de quien se queda sólo con la idea de que en Perchera se van a quedar sin un médico y una enfermera. Pero es que eso no se puede deslindar del hecho de que ese centro va a tener 3.000 personas menos de las que tiene ahora. Y eso, con la reorganización, va a repercutir en que el número de pacientes que va a tener cada médico va a ser menor, con lo cual tendrá más tiempo de dedicación.

-Los vecinos también lanzan reproches por el deterioro de las instalaciones de Perchera.

-En ese sentido yo puedo estar de acuerdo con ellos. El centro de salud de Perchera es, a día de hoy, el que está en el número uno de nuestra lista de prioridades. Pero a esa lista hay que sumar muchas otras necesidades del resto de Asturias, y nosotros no somos los que fijamos prioridades.

-¿Qué déficits tiene?

-Es el más antiguo de Gijón; en noviembre cumple los 25 años de su apertura y ni la prestación de servicios de entonces ni la dimensión de espacios con la que nació tienen nada que ver con lo que se requiere ahora. Es un centro que ha quedado pequeño para poder incorporar nuevos servicios, incluso las consultas son pequeñas. Por no hablar de temas de accesibilidad.

-O sea, que perder 3.000 usuarios puede ser interesante.

-Los recursos deben ir a donde va la población. Y claro, si se pierden 3.000 pacientes es lógico que también se marche un médico.

-¿Calculan que se producirán muchos retornos a Perchera?

-Siempre habrá gente que quiera retornar con su médico de origen, más por costumbre y hábito que porque haya una diferencia sustancial en la asistencia. Pero la experiencia nos dice que no son muchos los profesionales que aceptan a pacientes de fuera de su zona.

-¿No hay formas de hacer estas reorganizaciones sin generar tanto cambio y, por tanto, molestia?

-Las fronteras de las zonas las hay que poner en algún punto y cuando se hizo este cambio fue porque se pensó que era la mejor solución. Eso obliga a mover recursos de un lado a otro. En cuanto a los cambios de médico en un mismo centro para rebajar y compensar los cupos, el criterio principal ha sido el de respetar la agrupación familiar y cambiar a quienes llevan menos tiempo con ese médico.