Una parte sustancial de la historia de la fotografía en Gijón comienza en Sars-Poteries, localidad situada al Norte de Francia, muy cerca de la raya con Bélgica, el año siguiente de que, precisamente en tierras belgas de Waterloo, declinara para siempre la estrella de Napoleón. En Sars-Poteries nació en 1816 Luis Desiree Vinck Caniot, que sería el fundador en Gijón de la saga de fotógrafos implantada en la villa desde 1900 hasta 2007.

Para aproximar al lector a una breve historia de los Vinck, nada mejor que tomar notas a Octavio Vinck Díaz, nieto de Laureano Vinck Carrió, que sería el primero de la familia en dedicarse a la fotografía y cuyo nombre, impreso en sus instantáneas, aparece en libros, enciclopedias, periódicos de la época y revistas.

La historia también tiene que ver con la primera industrialización de Gijón; en concreto con la creación, en 1844, de la fábrica de vidrio La Industria. Esta empresa, fundada por gijoneses como Felipe Canga Argüelles, Mariano Pola y Anselmo Cifuentes, precisaba, para su funcionamiento, de técnicos especializados, que no había en la villa. De hecho, sería el suizo Luis Truan Lugeon el encargado de la parte fabril y quien, a lo largo de los años, contrataría a muchos técnicos especializados en la fabricación del vidrio.

«En Sars-Poteries se dedicaban históricamente, y aún está dedicada su actividad, a hacer recipientes de barro, como su nombre indica, y también cristal», cuenta Octavio Vinck, que comenzó a estudiar la historia de su familiar después de que uno de sus profesores en el colegio de la Inmaculada de Gijón, el padre Patac, encontrara los papeles de la boda de su tatarabuelo Luis Desiree Vinck.

¿Y cómo apareció este francés en Gijón? «Los promotores de la fábrica de vidrio creada en Gijón trajeron a personal que ya hacía vidrio en Francia, y uno de ellos fue mi tatarabuelo, que vino a Gijón, viudo y con un hijo, a enseñar a la gente de aquí a hacer vidrio». El 18 de mayo de 1856 Luis Desiree Vinck se casó en Gijón y tuvo una hija, y toda la familia, incluido su hijo, vivía en la propia fábrica de vidrios.

«Mi bisabuelo, que es el siguiente, había nacido en Francia en 1847, se llamaba Luis Vinck Huart y falleció en 1937; también trabajó en la fábrica de vidrio con su padre y ya se trasladó entonces la familia a una casa de la zona de Begoña, que fue donde mi abuelo abrió el estudio de fotografía, que era en la calle de Fernández Vallín esquina con el paseo de Begoña», relata Octavio Vinck. Laureano Vinck Carrió (Gijón, 1886-1963) fue el iniciador, como cuenta su nieto, «de la rama fotográfica de la familia, ya que los otros son de la rama del cristal».

El salto del vidrio a la fotografía de Laureano Vinck lo explica su nieto tomando como base que «en Francia tenía entonces un auge enorme la fotografía y se supone que de alguna forma a mi abuelo le dio por el tema fotográfico». En Gijón ya había fotógrafos, Peinado, por ejemplo, y Octavio Vinck, en su archivo de miles de fotografías, tiene «unas placas donde se ve a Peinado en su estudio retocando (una fotografía) y mi abuelo está allí apoyado con él; se ve que también aprendió con otros fotógrafos, como es lógico, no aprendió de la nada».

El primer Vinck fotógrafo abrió su estudio con el siglo XX, en el año 1900, en el paseo de Begoña, esquina con la calle de Fernández Vallín (la cuesta de Begoña) y allí trabajó hasta que en plena Guerra Civil, en 1937, un bombardeo de la aviación nacional destruyó el edificio. «Estaban todos metidos en el refugio de Begoña y por eso se libraron», cuenta Octavio Vinck, y aunque la casa quedó destruida «pudieron coger muchas cosas y se pudieron recuperar muchas placas de los años veinte».

Después del bombardeo Laureano Vinck alquiló un bajo en la plazuela de San Miguel, esquina con la calle de Cura Sama, y es donde ya tuvo el estudio a partir del año 1937 hasta que falleció, en 1963. El abuelo Vinck murió al pie del cañón, trabajando: «Yo estuve con él revelando el día antes de que se muriera», recuerda su nieto Octavio.

El segundo fotógrafo de la saga Vinck es Gonzalo Vinck Álvarez (Gijón, 1919), hijo de Laureano Vinck y padre de Octavio Vinck. Como era la norma en la casa, «primero trabajó con su padre y después se independizó y en 1944 montó un negocio, que llamó Vinalva, en la calle Corrida, número 79 en aquella época, ahora corresponde con el 55», cuenta su hijo. Y para no competir con su padre «puso el Vinck y el Álvarez mezclados y así nació Vinalva».

Gonzalo Vinck mantuvo su establecimiento en la calle Corrida hasta 1967, año en el que la trasladó a la calle de los Moros, 43, esquina con Costanilla de la Fuente Vieja.

Por su parte, Octavio Vinck Díaz, siguiendo el sistema familiar, empezó a trabajar con su padre en Vinalva, donde estuvo diez años, y «después me independicé y monté mi negocio, pero yo sí puse Vinck, mi abuelo ya había fallecido». Lo hizo en 1974, en la calle de Donato Argüelles, número 19. Allí permaneció hasta que «la fotografía cayó por todo el mundo, yo incluido, y decidé jubilarme y cerrar todo en octubre de 2007».

Octavio Vinck tenía veintisiete tiendas repartidas por toda España y dirigía una organización de 240 establecimientos de fotografía, pero el rótulo familiar de los Vinck sólo en las tiendas de Gijón, Oviedo, Avilés, León y Valladolid.

«Como familia hemos sido muy revoltosos y cada uno en nuestro estilo hemos hecho muchas cosas», prosigue Octavio Vinck. «En Madrid hubo recientemente una exposición de la revista "Sombras", que fue la primera de fotografía que hubo en España, y está Vinalva por todos lados. Es decir, hay fotos de mi padre, de los anuncios de lo que él fabricaba en Gijón de fotografía. En esa época intermedia, que corresponde a mi padre, no hay otra publicidad igual en España».

También relata Octavio Vinck de la época de su padre que «nadie fue capaz de vender por correspondencia hasta el Sahara, Canarias, Cataluña o Baleares desde Gijón. Fue la de mi padre la única empresa que existió en este país de venta por correspondencia de material fotográfico».

El ojo comercial, no obstante, venía de familia, y por ello explica Octavio Vinck que la fama de su abuelo Laureano Vinck viene de que «fue prácticamente la única persona a la que se le ocurrió firmar sus fotos, por eso se pueden ver miles de fotos de Asturias sin firmar y no sabes quién las hizo, pero las de mi abuelo las encuentras en Buenos Aires, en París, en Londres y en Asturias, no hay casa que no tenga fotos de él, pero firmadas».

«Era un eficaz publicitario, que se llamaba a él mismo el "maravilloso fotógrafo"; llamaba la atención de mil maneras e, incluso, inventó la "fotografía viva", que es el origen del cine: una serie de fotos con un pequeño movimiento que al moverlas seguidas da movimiento», explica Octavio Vinck.

Laureano Vinck tuvo su época dorada desde principios del XX hasta la Guerra Civil, «cuando claramente se vino abajo al caer la casa y tener que trasladarse a la plazuela, con más años y muchos menos medios económicos», subraya Octavio Vinck, quien finaliza opinando que «aunque había artistas buenos, el mejor de la época anterior fue Peinado, pero de cara a foto de estudio, de cara a reportaje nadie hizo lo que mi abuelo». Ahí está para comprobarlo la colección Vinck, con «toda la historia de Gijón entre 1900 y 1937».