Algo de especial hay que tener para que casi en el albor de las cuarenta primaveras tus amigos sigan refiriéndose a ti como «el niño» o «el nene». No sabemos si es esa cara de eternamente joven, la sonrisa conquistadora, la capacidad de empatizar con la gente independientemente de su edad o condición, o ese «no sé qué que qué sé yo?». El niño, el nene, es Josechu, Jose, Chema, Chechu, José María Pérez López? como cada uno prefiera. Y bajo esa cara de pillo jovenzuelo que no ha roto nunca un plato se encuentra una persona de sólidos valores, emprendedor, trabajador inagotable, leal amigo y compañero incondicional.

Siempre pacificador, este luarqués de nacimiento -concejal del Ayuntamiento de Gijón por el PSOE en los últimos 12 años y ahora, con su acta recién recogida de diputado regional, dispuesto a dar el salto a la Junta General del Principado- nunca pierde la compostura, aunque es cierto que a veces puede hacerte perder los nervios cuando le llevas de copiloto porque es una especie de GPS con brazos que no solamente te indica el camino, sino que te lo razona, lo justifica, te calcula el tiempo que pierdes habiendo tomado la ruta equivocada, te da cuenta de las calles que están cortadas y por qué?, y todo eso lo hace al tiempo que «tuitea» no sé qué cosas, atiende el Facebook desde su tablet, manda un WhatsApp a sus hermanas para interesarse por los pequeños, pone al día su blog o recibe llamadas en su Smartphone. Éste es Jose en estado puro.

Pero eso sí, tal desparrame de tecnología que pone nerviosos a los que aún llevamos la «L» en la cosa esta del ciberespacio no ha conseguido todavía que el niño llegue temprano cuando quedas con él. Sí, es un impuntual patológico cuando no se trata de trabajo. O también. Testigos de ello son los periodistas que cubren el Ayuntamiento estos últimos años o sus amigos y familiares en décadas. Josechu es así.

Emprendedor y perfeccionista nato de toda la vida, nunca se arrugó ante ningún trabajo, bien fuera en su faceta empresarial, trabajando en Telepizza o ayudando a instalar parqué en sus tiempos mozos.

Una de estudios. En el Bachillerato Experimental en la Laboral, tiene que hacer múltiples trabajos y los hace con su compañero habitual, Igor. Por cierto, también éste bastante minucioso. Pero aun así, Chema siempre le da una vuelta más al trabajo al llegar a casa, en el último minuto, a pesar del cabreo que eso le suponía a Igor al día siguiente. Otra. En la época de Juventudes Socialistas ahí estaba siempre Chema para apuntillar en todos los documentos que se hacían, que si hay que cambiar un poco el margen superior izquierdo o tabular los párrafos hacía la derecha o la firma un poco más centrada...

La cabeza de José María siempre está buscando nuevas ideas, nuevos proyectos, experiencias que puedan hacer de su tierra un lugar mejor en el que vivir. Amante de las cosas sencillas, los idiomas (progresa muy adecuadamente tanto en inglés como en francés), los viajes e inquieto por conocer mundo, sobre su mesa de trabajo puedes encontrarte centenares de papeles, folletos, libros o revistas aparentemente sin orden ni concierto pero que esa memoria de elefante tiene perfectamente localizados cuando son necesarios.

A menudo, sus amigos bromeamos con que tarda porque se estará peinando y es que si difícil es conseguir que llegue a tiempo, más difícil aún es verle desaliñado. El niño, el nene, es el orgullo de cualquier madre, da igual que vaya de monte o de boda que él siempre está ¡de punta en blanco!

En una época como ésta, en la que muchos se empecinan en hacernos creer que ya no existen las izquierdas ni las derechas, que todos los políticos son iguales, Josechu representa todo lo contrario; que se puede y se debe vivir con ideales, que podemos seguir soñando con una sociedad más igualitaria, que hay que afrontar la vida con optimismo y con ganas de seguir peleando, que las derrotas son una oportunidad para corregir los errores y mirar al futuro con esperanza, trabajo y esfuerzo. Valores todos ellos que ha aplicado en su vida personal y también en la profesional. Y por ello estamos seguros de que en esta nueva etapa, recién recogida su acta de diputado, defenderá sin tregua los intereses de Asturias como hasta ahora ha hecho en Gijón; con honestidad y trabajo. Y como el conejo blanco de Lewis Carroll en «Alicia en el país de las maravillas», seguirá mirando su reloj y diciendo aquello de «¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Qué tarde voy a llegar!»