C. J.

«Llevamos cincuenta años hablando de las piedras pero nada sobre lo que se hizo dentro de la Universidad Laboral de Gijón». Quien así habla es Pepe Murall, coordinador de la publicación que ahora ve luz sobre la labor educativa desarrollada en el magno edificio de Cabueñes diseñado por Luis Moya. Bajo el título «Educación impartida, educación compartida», el libro recoge el testimonio de docentes y ex docentes que formaron parte de la extensa comunidad educativa de la Laboral. «Plasma experiencias en la formación pero también realiza una recopilación de los libros publicados por profesores de la Universidad Laboral, que suman en total más de 120», subraya Murall, quien ayer tomó parte en una jornada del grupo de docentes en la asociación de Antiguos Alumnos de la Laboral.

Las 23 universidades laborales que se crearon en España entre 1955 y 1978 formaron a más de medio millón de hijos de trabajadores, unas cifras que, a juicio del secretario de los Antiguos Alumnos, Miguel Ángel Caldevilla, ejemplifican el importante legado de estos centros a la sociedad. «Fue un modelo educativo peculiar que nació como contrapunto a la Universidad clásica de la época que tenía un carácter napoleónico», recuerda Caldevilla.

Sobre el modelo de enseñanza de la Laboral de Gijón especificó que existen muchos elementos extrapolables a la actualidad. «Era un centro muy implicado en el desarrollo económico del entorno, con una pedagogía social y que seguía la tradición jovellanista de las ciencias aplicadas», rememora el secretario de la asociación, quien lamenta que hoy se forme «para la precariedad» y que no exista «conciencia de grupo» entre el alumnado.