La artista sarda Marianna Nieddu llegó a Gijón en 2009 con la luz salina de Cádiz en sus ojos: «Y ya estarán los esteros / rezumando azul de mar». Y cuenta que, poco a poco, empezó a enamorarse de las lluvias y los grises atlánticos, los paraguas despeinados junto al Muro. Pero el origen de la primera atracción nada tuvo que ver con la meteorología y sí, en cambio, con el prestigio de los cursos del centro de estampación Litografía Viña; después, como en los amores complejos, hubo más cosas, todas relacionadas con el ambiente cultural que, según explica, tenía la ciudad hace dos años, así como con la plétora de artistas y galerías de este lado del Cantábrico, su fértil tradición pictórica.

Licenciada en Bellas Artes, especialista en la venerable técnica del grabado, directora de «La Salita», lo que primero llama la atención de la obra de Marianna Nieddu es su extraordinaria capacidad para incluir un complejo mundo conceptual a partir del uso de materiales de apariencia modesta, que otros muchos artistas considerarían casi deleznables: un cable, hilos, unas pocas semillas, pinzas de colgar la ropa... Y crea o construye desde ahí, en una confluencia muy original que aúna escultura y grabado. El resultado son piezas e imágenes que aportan también relatos complejos y de una rara belleza. Hay ahí una ambiciosa semántica que ella define como un intento de «representar lo enmarañado».

Marianna Nieddu (1981) muestra estos días en la galería El Arte de lo Imposible (Jacobo Olañeta, 10) «Los dichos de mi madre», una exposición que estará abierta al público hasta el próximo día 30 y que es literalmente eso, frases y sentencias de la progenitora de la artista, dotada sin duda para el aforismo con meollo, pero que ofrece, claro, mucho más: un mundo de sutiles relaciones conceptuales y plásticas que surgen, como hemos dicho, de un gran dominio de los materiales, de una apropiación de las técnicas y, lo que es más importante, de un discurso artístico propio.

Y es que la artista demuestra con estas nueve piezas tridimensionales, a las que añade la instalación que pende del techo de la galería, convertido en tendero y alfabeto de «Los dichos de mi madre», que ha logrado ya lo más difícil: una manera de ver, traducir e interpretar; en definitiva, un estilo. Porque si algo deja claro esta exposición es que Marianna Nieddu es artista que toma de aquí y de allá e inventa, como todos quienes tienen algo que decir, su propia tradición. Pongo sólo un ejemplo: «La virtud está en el equilibrio».