Aunque su forma de vestir, sus modales y sus concepciones políticas le delaten, dicen quienes conocen a David González Medina que él no es, ni mucho menos, «el típico chaval de derechas». Formado en el Colegio Corazón de María de Gijón y licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo, este gijonés de 27 años acaba de ser reelegido cabeza de lista de las Nuevas Generaciones del Partido Popular de Gijón. Medina ha cambiado parte de su equipo manteniendo, eso sí, su discurso en sus segundas «elecciones». Con el apoyo del amigo con el que un día entró en el despacho de Pilar Fernández Pardo de la plaza del Parchís para quejarse de la inactividad que predominaba entonces en la agrupación juvenil del Partido Popular de Gijón -Diego Lanza-, y el de la mujer con la que lleva ocho años de relación sentimental y con la que, según sus amigos, ya suenan campanas de boda -Ana María Herrera-, González Medina ha conseguido volver a ponerse al frente de una agrupación juvenil que, por estatutos, deberá abandonar dentro de tres años, pero que además se ha convertido en su puerta de entrada en el mundo de la política. Un mundo que le obsesiona hasta tal punto de haber convertido «El ala oeste de la Casa Blanca» en su serie de cabecera justo en una época en la que el propio Medina se pagó a sí mismo un curso en Madrid para mejorar sus conocimientos de comunicación política.

A pesar de que repite constantemente y ante todo el que le quiera escuchar que la política ni es ni será nunca su forma de vida, Medina dedica casi tantas horas a los seminarios de formación en esta materia como las que dedicaba en su día a la Filología Hispánica. No en vano, gracias a su buena relación en el PP de Asturias, este joven ha conseguido que su partido confíe en él nombrándole como uno de los miembros de la gestora que actualmente dirige el PP en Gijón tras la destitución de Pilar Fernández Pardo. Una mujer cuya confianza también se ganó en su día Medina, llegando a ir con ella en las listas de las últimas elecciones municipales. A pesar de su pasión, el joven tampoco olvida una faceta profesional que desarrolla cada día en una academia de Oviedo donde da clases particulares a alumnos de Bachiller siguiendo los pasos de su padre, profesor del Colegio Corazón de María.

Sus compañeros políticos dicen que con Medina es difícil no llegar a un mínimo punto de encuentro al que incluso llega en ocasiones durante sus encuentros mañaneros en el Grupo Covadonga, Jorge Espina, el líder de Izquierda Unida, la formación que se sitúa justo en las antípodas del pensamiento político de Medina.

Profundamente religioso, el líder de Nuevas Generaciones ejerció durante varios años como monitor de su parroquia. Vecino del barrio de Laviada, Medina acostumbra a leer los periódicos en su casa antes de las ocho de la mañana. Los jóvenes del PP saben que «el presi» se levanta muy pronto entre semana. Los fines de semana, si no los dedica a ir al monte con su familia y con su hermana pequeña, son otro cantar. «Es un chaval como otros y a veces también le gusta salir», dice entre risas otro de sus amigos.

El propio líder juvenil insiste en todas las entrevistas que «Nuevas Generaciones no podemos ser unos palmeros del partido, tenemos que aportar». En los últimos meses varios fueron sus desencuentros con la dirección de un partido en el que él mismo sigue defendiendo la necesidad de una gestora que «pacifique» las aguas tensas del Partido Popular de Gijón. Una agrupación en la que Medina cree por encima de todo, pero a la que también ha criticado en varias ocasiones incluso en las redes sociales, en donde a veces se le mete más presión por su defensa a ultranza del Real Madrid que por su pertenencia a un partido de derechas. Mou, reconoce, es más polémico que Ahúja.