La gijonesa Sofía Pizarro siempre tuvo claro que los animales eran lo suyo, y que su amor por la fauna sería compatible con sus aficiones. Por eso estudió veterinaria, y desde siempre ha reservado mucho de su tiempo libre a la pintura, una pasión en la que refleja su profesión.

Autodidacta, colorista e imaginativa, estos días expone por primera vez sus creaciones al gran público en la Fundación Alvargonzález de Cimadevilla. Una treintena de sus cuadros, poblados por gatos, peces y aves. Sólo el título de la muestra evoca sus intenciones: «Pájaros en la cabeza», porque, como ella misma bromea, «es algo en común entre los gatos y yo, siempre tenemos pájaros en la cabeza».

Su relación con el arte ha sido absolutamente espontánea. «Yo no tenía ni idea de arte ni de técnicas. Me puse delante de un lienzo y a pintar, lo llevo haciendo toda la vida». El fruto de su dedicación se disfruta hasta el próximo día 27 en forma de gatos de cola ensortijada, bancos de peces de colores, pájaros que se andan por las ramas y algunos rostros humanos con nombre propio. Porque la artista también retrata a «amigos con la óptica y en el mundo en el que yo los veo».

Así, aparece «una amiga a la que le gustan mucho los gatos rodeada de felinos, otra a la que le gustan mucho los dulces, rodeada de donuts...». Y además de las amistades, también los animales de carne y hueso son protagonistas. «En la exposición salen algunos de mis pacientes», explica con una sonrisa. Todo ello, con una explosión de luz y color, en un estilo que «yo no sé definir porque no tengo ni idea, pero que los entendidos califican como naïf», cuenta Pizarro. Los cuadros que ella pintan «parecen hechos por un niño pequeño», asegura, llenos de manchas de color «con pintura acrílica, que es la más fácil de manejar».

La afición de Sofía se ha convertido ya también en una terapia, porque «cuando llego a casa estresada del trabajo, me pongo a pintar y me relaja». Así, sus animales la acompañan siempre. «Y mis amigos lo sufren, porque no soy profesional de esto, pero cuando me pongo a pintar lo hago en serio y en alguna ocasión he dejado incluso de salir, de manera que son los colegas los que acaban viniendo a casa», asegura.

Por ahora nunca se ha planteado dejar su profesión en el Hospital Veterinario Asturias, aunque motivos relacionados con el arte no le faltan. «Alguno he vendido, de hecho hay alguno en la exposición que ya tiene dueño», indica Sofía Pizarro. Y el éxito de la muestra ha sido tal que «mucha gente me ha llamado para interesarse por los cuadros, para comprarlos». Pero ella tiene claro, como al principio, que «los animales son lo mío». Los de verdad, para atenderlos y curarlos; y después, retratarlos.